Antisemitismo en la sombra de occidente

Antisemitismo en la sombra de occidente

MANUEL E. GÓMEZ PIETERZ
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Hasta mediados del pasado siglo veinte, el pueblo judío fue, subsistió, y prevaleció como una siempre amenazada nación en la diáspora. Sobreviviente del holocausto genocida nazi.

Sólo le faltaba convertir la firme voluntad del bíblico terruño en concreta y legítima realidad para la catálisis del Estado Israelí. Y se produjo la partición de Palestina, y “el pueblo elegido vio que era bueno”.

Pero el mito de la raza superior convertido en “ciencia” no fue utopía. El exterminio de seis millones y medio de judíos estuvo a punto de consumar en la Europa Nazi el genocidio total, rotulado con el eufemismo de “la solución final”. Hoy Israel es un Estado moderno y democrático rodeado de enemigos. Amenazantes fundamentalistas e integristas islámicos cuya conciencia tribal nada entiende de convivencia democrática y actúa movida por los hilos de una teocracia ahistórica y la declarada utopía de “borrar a

Israel del mapa”. Como si ello no significara borrar a la mismísima civilización occidental. Aquí la utopía mutaría a una hiperutopía que conduciría al final enfrentamiento de ambas civilizaciones: el Islam, contra Occidente.

Ninguna etnia ha contribuido e influido tanto en todas las ramas y derivaciones del pensamiento de occidente, ni ha sido tan determinante del curso de su historia, como la judía. Veinte premios Nobel, entre los cuales: seis de física, cinco de medicina, tres de química, cuatro de literatura, uno de economía y uno de la paz, lo atestigua fehacientemente.

Judío era el patriarca Abraham, gran inspirador del monoteísmo judaico. Dice Paul Jonson en su Historia del Cristianismo: “los judíos no sólo tenían un dios; tenían a Dios. Habían sido monoteístas durante los dos últimos milenios. Habían resistido con infinita fortaleza y a veces con hondos sufrimientos las tentaciones y los estragos originados en los sistemas politeístas orientales”; y más adelante: “El judaísmo era mayor que la suma de sus partes.

Su voluntad decisiva de supervivencia ha sido la clave de la historia judía reciente”.

Judío fue el cordobés Moisés Maimónides, el mayor pensador de la edad media: filósofo, talmudista y médico; y judía una pléyade de genios en todo el espectro del saber y el hacer, cuya simple nominación exigiría numerosas cuartillas.

Filósofos, como Henri Bergson, Edmund Husserl, Herbert Marcase y Baruch Spinoza. Científicos de la talla de Albert Einstein, Max Born, Richard Feynman, Fritz Haber y el médico Paul Eherlich, todos Premios Nobel. Karl Jacobi, Robert Oppenheimer, Niels Bohr. El descubridor de las vitaminas Casimir Funk. Emil Durkheim, quien es considerado como fundador de la moderna sociología, y Edwin Land, inventor de la fotografía polaroid. Economistas, como David Ricardo y el premio Nobel Simón Kuznets. Poetas y escritores, como

los premio Nobel Nelly Sachs y Boris Pasternak. Franz Kafka, Marcel Proust, Heinrich Heine, Emil Ludwig, André Maurois, Irving Wallace, y Stefan Zweig. Políticos: Benjamín Disraeli el famoso primer ministro inglés. León Blum, primer ministro de Francia, León Trotsky, Karl Marx y Rosa Luxemburgo. Músicos: Gustav Mahler, Serge Koussevitzky, George Gershwin, Jerome Kern, Irvin Berlin, Leonard Bernstein, Bruno Walter, Mendelssohn, Mischa Elman, David Oistrakh y Jascha Heifetz. Pintores: Marc Chagall, Amedeo Modigliani y Camille Pissarro. Siquiatras: Sigmund Freud, Alfred Adler y Erich Fromm. Y Cesare Lombroso quien es considerado el padre de la moderna criminología.

Judías son las influyentes familias europeas Rothschild y Olivetti y Guggenheim en los Estados Unidos, como también el industrial automovilístico francés André Citroen.

Es paradójico e inexplicable que debiéndole tanto al genio judío, los países avanzados de occidente (talvez con la posible excepción de los Estados Unidos) aniden larvadamente y en la sombra, un antisemitismo atávico y episódicamente recurrente. ¿Será el antisemitismo el herpes viral del resentimiento histórico? ¿Será definitivamente cierto que los perros le ladran a la luna por no poder alcanzarla? ¿O será que el descargo de conciencia por el dolor que infligimos se logra declarando permanentemente culpable a quien nos ha favorecido?

Es posible que la execración universal del judío y lo judío tuviera su origen en la intolerancia religiosa del pasado.

Por ello, el Sumo Pontífice Juan Pablo II pidió públicamente disculpa por el sufrimiento que la Iglesia Católica hubiese ocasionado al pueblo judío. No obstante, permanece el velado antisemitismo y corresponderá, no se si a los antropólogos culturales o a los sicólogos sociales, estudiar y llegar a las raíces del problema y explicar su recurrencia.

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