Antítesis

Antítesis

En estos tiempos, para hablar de los ideales y afanes que vivió en su momento Juan Pablo Duarte, necesariamente hay que entrar en contradicción, en pugna, con la realidad actual de la República Dominicana.

Las prédicas y prácticas que asumió Duarte para librar al país de una ocupación haitiana que empezó cuando él apenas contaba ocho años de edad, son la antítesis de las acciones que muchos de nuestros líderes contemporáneos quieren presentarnos como patrióticas.

Los partidos políticos de hoy son una verdadera antítesis de aquel agrupamiento que lideró Juan Pablo Duarte a su regreso de Europa, estimulado por los avances libertarios que pudo palpar en varios países de ese continente. La sociedad secreta La Trinitaria tuvo como aglutinante la vigencia y respeto de nobles principios, mientras que en la actualidad y en la práctica, lo que cohesiona a la mayoría de nuestros partidos es la posibilidad de hacerse del poder para servirse, no para servir.

Para Duarte, la seguridad jurídica de la nación estaba fundamentada en el respeto de las instituciones y sus reglas. Para la generalidad de los políticos de hoy, las leyes y las instituciones son simples herramientas a disposición de sus apetencias. Para los políticos contemporáneos, la Constitución no es, no ha sido, la sustentación jurídica del Estado, sino un código vulnerable a las circunstancias particulares de los grupos en el poder, sin importar cuán impúdicas puedan resultar las manipulaciones.

-II- Como antítesis del ideario independentista de Duarte, en el ejercicio contemporáneo se enajenan la soberanía y el porvenir de la República sin el menor prurito. Confirmación de este aserto es el monto del endeudamiento externo, que a estas alturas compromete sumas que deberían estar destinadas a inversión social, al desarrollo humano. Más confirmación de lo mismo son las ataduras a que nos hemos sometido al tener que acudir a las ventanillas del Fondo Monetario Internacional (FMI), que equivale a poner en manos foráneas parte de la soberanía económica de la República que nos legara Duarte.

Mientras en los tiempos de Duarte la corrupción tenía marcos claramente definidos y se la perseguía sin miramientos, en nuestra época se la ha practicado sin el menor sonrojo y no hay Justicia capaz de castigarla. Hasta demostración en contrario, para estos tiempos es posible enajenar patrimonio del Estado y venderlo a precio vil sin el temor de enfrentar persecución y castigo por ello.

Los gobiernos se suceden con la misma letanía de imputaciones contra los antecesores, pero nadie ha sido condenado por corrupto y los expedientes se esfuman de manera asombrosa.

Duarte hablaba de garantizarle a los dominicanos pan educación y salud y su proyecto de República tenía esas premisas como prioridades. Para estos tiempos, el sistema de seguridad social ha involucionado a pesar de que una nueva legislación pretende universalizar sus alcances.

Definitivamente, para hablar en estos tiempos del ideario de Duarte hay que estar dispuesto a entrar en contradicción, en pugna, con lo que se hace en estos tiempos a nombre de la patria.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas