Tengo que confesar que en algunas oportunidades he salido del cine molesta porque me he sentido burlada con la película que he ido a ver.
Sin embargo, cuando fui a ver La Soga salí con un nudo en la garganta y con un deseo indescifrable de llorar y de reír a la vez.
La primera película de Manny Pérez cumplió con las expectativas creadas por críticos como el exigente Armando Almánzar y amigas como Marien Capitán.
Me gustó La Soga. Me gustó su argumento y la manera en que se desarrolló la historia, en un lenguaje completamente cinematográfico y en la que no dejaron cabos sueltos.
La relación con la realidad no sólo de nuestro país, sino de nuestro entorno latinoamericano, nos permite presumir que La Soga encontrará mercado internacional, pues también su lenguaje (spanglish) amplía su radio de acción.
Con la Ley de Cine avanzamos y La Soga es un buen espejo donde mirarse. No sólo con comedia se llenan los cines.