Un creador deja de ser un cuerpo para convertirse en lo que crea. Por eso no estoy llorando esta vez al enterarme de la muerte del compositor dominicano Luis Kalaf. No se puede llorar a un hombre que fue capaz de dejar más de tres mil razones hechas canciones para justificar su paso por la tierra. El bolero de los boleros dominicanos nació de su ingenio: Aunque me cueste la vida. Ya no importa quiénes lo grabaron sino que el mundo entero lo ha cantado. Aunque me cueste la vida, sigo buscando tu amor, te sigo amando, voy preguntando dónde poderte encontrar Letras y melodía que solas podrían justificar su paso por la tierra y qué bueno que vino a la nuestra.
No voy a seguir jugando a los títulos porque son demasiados. Luis escribió de todo, con gracia e ingenio. Baste los ejemplos de Yo tengo un viejo que me lo da tó de Marcel, o su famosa La empalizáque hizo suya Julio Iglesias.
Él era un artista de tomo y lomo. Quedan sus canciones que cuentan un país, su ritmo y sus emociones.