La semana que acaba de pasar, el V Festival de Cine Global me permitió disfrutar de un momento inolvidable, desde la noble distancia del anonimato. Estuve en el Teatro Nacional en la inauguración del festival, fue la noche, en que el país,  a través de esta iniciativa de cultura cinematográfica que desde su posición tanto pública como privada ha liderado el ciudadano presidente Leonel Fernández, reconoció el talento y la labor de Danny Glover.

Un norteamericano que además de ser uno de los grandes íconos del cine, también puede ser considerado como una estatua de la libertad. Un hombre que dejó el cuero en su lucha para reinvindicar los valores de su raza y de la identidad  afroamericana en una sociedad entonces tan miope y cruel. No hay que buscar una lupa para ver los aportes de Danny Glover al proceso de multiculturalidad que hoy exhibe la vida norteamericana, tanto la que se proyecta en pantalla como la real. Para mí Glover es un espejo de dignidad, resistencia y valentía que ha hecho posible una mejor convivencia social en los Estados Unidos. Mi reverencia.