Tengo en mi memoria su mirada de ojos saltones que supieron ganarle la batalla a la ceguera. Como al amigo de José Martí sincero y de mano franca.
Conservo una dedicatoria de los Papeles de Facundo, más sus memorables conversaciones e historias cantadas como si estuviera contando.
Sin embargo, quiero hablar del mensaje que el asesinato de un hombre que fue propuesto para recibir el Premio Nobel de la paz, nos deja.
Creo que va dirigido a las familias que no dan valores de respeto a la vida a sus hijos. A los patronos que atesoran cada vez más fortuna menguando la calidad de vida de los empleados y sus familiares y convirtiendo en fruto podrido el capital humano del desarrollo.
A los que contratan seguridad para protegerse en lugar de dar oportunidad de que la gente trabaje y cambie su estado de desesperanza.
A los gobiernos que dan una chapa y una pistola a los policías, mas no un sueldo digno, dejándolos a merced del soborno de los delincuentes. ¡La culpa es de todos!