Creo que no escribir de la Feria del Libro en tiempos en que la capital se transforma en ese maremágnum de gente que viene y va de un lugar a otro de la Plaza de la Cultura es un pecado capital y sobre todo, que no se parece en nada a mí.
Por eso voy a hacer un alto para dar gracias por esta feria al presidente Leonel Fernández, que la creyó necesaria; al ministro de cultura, José Rafael Lantigua, que desde una simple dirección la imaginó gigante, y a todos los que hoy dan la cara por ella. Los que vienen de fuera y los escritores de aquí.
Estoy por primera vez de coordinadora del Pabellón de Cocina. Por aquí he visto pasar estrellas talentosas de diversas áreas de la vida social y artística del país. Con diversidad de pensamientos, criterios, sazones y simpatías han provocado una alegría y un sentimiento de satisfacción en mi alma desbordada. Faltan muchos días. Pero no desmayamos. ¡Ven, vamos!