El otro día me preguntaba por qué la mayoría de los restaurantes italianos instalados en Santo Domingo le rinden homenaje al “cinema” de su país. No hay que ser ningún genio para encontrar la respuesta, pero me gustó entenderlo. Porque sencillamente ellos están orgullosos de sus directores, de sus actores y actrices, de sus historias y de sus películas.

Entonces nació en mí otra curiosidad. Debemos hacer lo propio. No con nuestro cine que es demasiado nuevo y que aun no es representativo de nuestra cultura o historia, sino con nuestra música. La queja de que cualquier tiempo pasado fue mejor la canción que la de ahora, sería una buena excusa. Si no queremos poner a los merengueros de hoy, ahí están los del ayer, con rostros prácticamente desconocidos por todos. Es bueno que entendamos que nuestros espacios de recreación y negocios son excelentes oportunidades para rendir homenaje a nuestra identidad, a nuestra cultura, a nuestros grandes hombres.