Antojos
Nereyda Rodríguez

<STRONG>Antojos<BR></STRONG>Nereyda Rodríguez

Hay personas que tienen la suerte de descubrir cuál es su misión en la vida. O para decirlo más bonito, qué pueden aportar a la sociedad donde se formaron y juegan roles especiales. El caso de Nereyda fue ese. Creció, estudió y ejerció la danza como parte fundamental de su necesidad de expresión. Y, encontró en Mirito la pareja perfecta para darle rienda suelta a sus ganas de volar al bailar.

Sin embargo, esta mujer de tanta conciencia social y de raza, orgullosa de su negritud y de su humilde procedencia, quiso y pudo hacer algo más.

Dedicarse al teatro danzante y a rescatar cuerpos y almas de barrios paupérrimos para el arte, salvándolos de la miseria absoluta, que no es la pobreza del dinero, sino la del espíritu que no se cultiva para un buen fin. 

Entusiasmo y  afán, que llevaba bajo la manga al Consejo Nacional de Cultura, donde siempre tenía una petición nueva para el ministro José Rafael Lantigua que la complacía.  Y qué bueno! No dejamos sola  a Nereyda, pero nos duele que ella nos deje sin su diamantina luz.

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