Qué pena que cuando Guandulito murió no existía en el país la conciencia necesaria para comprender que un hombre tan valioso para el acervo cultural dominicano merecía algún tipo de protección. Recuerdo que hace algo más de una década cada vez que un artista de envergadura moría se alzaban las voces por el injusto final, la miseria y el abandono en que estos estandartes del arte terminaban. Pero ahí aparecía Corporán haciéndose cargo de la casa de Jovinita o de la medicina de… 

La historia ahora se escribe de otra manera.  Los artistas son pensionados dignamente y sus aportes reconocidos por el Estado oportunamente. En ese sentido quiero expresar mi agradecimiento y orgullo de acompañar en algunos de estos procesos a mi querido y admirado ministro de cultura, José Rafael Lantigua, quien ha tenido la visión de rescatar y valorar cada aporte, desde el artista con más estatura hasta un director de banda de música del rincón más lejano del  país, han sido pensionados con dignidad. ¡Gran aplauso!