Antonio Nolasco Benzo – CARTAS AL DIRECTOR

Antonio Nolasco Benzo – CARTAS AL DIRECTOR

[b]Señor director:[/b]

En las entrañas de la región Este de nuestro país, en la dirección por donde nace el sol radiante que tropicaliza todo el mar Caribe y el Océano Atlántico, se erigieron dos comunidades unidas por sus bellos paisajes y sus azules playas, con la esperanza de que la nación dominicana fuera libre, próspera, y democrática.

La naturaleza se encargó de unirlas indisolublemente en su historia y en luchar unidas para continuar trillando los senderos que los políticos farsantes se han encargado de frustrar.

Comunidades de Santa Cruz de El Seybo y Miches, así como ciudades de la provincia de el Seybo, que cuentan con una población aproximada de ciento quince mil habitantes, demandan mejor suerte.

Actualmente dicha provincia carece de los servicios más elementales para su progreso y desarrollo, no obstante algunos que otros esfuerzos que han sido realizados para dotar de agua potable a parajes y lugares recónditos, labor que aplaudimos.

La provincia cuenta con un gran potencial humano y con una de las áreas geográficas más hermosas y de mayor vocación turística que tiene la República Dominicana, lugares que aún no han sido explotados.

Pero más aún, factores elementales indispensables para la sanidad mental, el progreso y desarrollo de cualquier población, se encuentran ausentes. Estas poblaciones carecen de escuelas adecuadas, carreteras de acceso, calles y hospitales, así como de otros servicios básicos. Y lo que es peor todavía, las autoridades brillan por su ausencia.

Nuestros conciudadanos han sido usados cada cuatro años, el 16 de mayo, como simples vasos plásticos, comprados para usarlos como recipiente y luego de cumplir con su utilidad, lo rompen y lanzan al zafacón. Estas malas experiencias tienen que ser superadas, razón por la cual debemos reflexionar para reencausar nuestro destino.

Los seybanos y los michenses también tienen sus sueños, sueños de turismo, de puerto aéreo y marítimo, de zonas francas, de carreteras confortables para un buen acceso, de hospitales, de calles asfaltadas, de escuelas en buen estado, de plazas para corridas de toros o de multiuso, entre otros.

Sin lugar a dudas, es evidente el abandono a que han sido sometidas estas dos ejemplares comunidades de grandes hombres y mujeres, que se debaten entre la caña de azúcar, el ganado, cacao, arroz y algunos que otros víveres de ciclo corto.

Pues, se hace necesario menos promesas y más ejecuciones, porque ya los Seybanos y Michenses no tienen un vaca en el patio de su casa, como según dijera en una ocasión un distinguido munícipe al entonces presidente de la República, Rafael Leonidas Trujillo y Molina. En efecto, al pasar el dictador por la provincia, preguntó al munícipe que necesitaba la comunidad seybana, y éste le contestó que nada, por el más pobre al menos tenía una vaca amarrada en el patio de su casa.

Tal vez tenía razón el munícipe en ese momento, la provincia no contaba con una población como la que existe hoy en día, con una cantidad aproximadamente a los cientos quince mil habitantes. Dicho de otro modo, dichas vacas fueron sacrificadas hace tiempo debido al crecimiento poblacional, la necesidad de alimentos y educación. Los tiempos han cambiado, y los más necesitados han tenido que venderlas para emigrar a través del canal de la Mona, exponiéndose al peligro de las olas del Mar Caribe, ya que su patria no le deja otra alternativa.

A mis conciudadanos Seybanos y Michenses les exhorto meditar para que tomen sus decisiones en el porvenir como los pasos de las patas de mulos, o sea, firmes, seguros y sin vacilaciones.

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