Antropoceno; una llamada al despertar de la consciencia

Antropoceno; una llamada al despertar de la consciencia

“Toda la idea de la compasión se basa en una aguda conciencia de la interdependencia de todos estos seres vivos, que son parte uno del otro y todos están involucrados el uno en el otro”.

Thomas Merton.

El Informe Planeta Vivo 2016 (presentado por WWF) revela que, para satisfacer sus necesidades actuales, la humanidad está consumiendo una cantidad de recursos naturales equivalente a 1,6 planetas. De seguir así, necesitaremos 2,5 para el año 2050.

La nomenclatura oficial nombra a la época actual “holoceno” (iniciado desde hace unos 11,700 años). El término “antropoceno”, fue utilizado de manera informal por el biólogo estadounidense Eugene F. Stoemer, en la década de los 80’s. Más tarde, el químico atmosférico holandés Paul Crutzen (ganador del premio nobel) extendió el uso del término antropoceno, al utilizarlo en una conferencia en Cuernavaca, México.

La etimología de la palabra Antropoceno viene de dos vocablos griegos:

1.Ántrophos (ἄνθρωπος): que significa “hombre” o “humano”, fue utilizado por filósofos de la antigua Grecia, como Homero, Herodoto, Platón y Plutarco.

2. Kainos (καινός): utilizado para referirse a “reciente”, “nuevo”, “fresco”.

En el año 2002, Crutzen presentó su hipótesis en un breve artículo titulado “Geología de la humanidad”, en la revista Nature. Expuso que los seres humanos se han convertido en una fuerza tan poderosa, que es necesario designar una nueva época geológica, llamada Antropoceno.

«Lo que hizo Crutzen, que no es geólogo sino uno de los grandes científicos de nuestro tiempo, fue lanzar una pequeña granada de mano hacia el mundo de la escala temporal geológica», dice Jan Zalasiewicz, director del grupo de trabajo de la Comisión Internacional de Estratigrafía. Una vez lanzada la granada, a los expertos no les ha quedado otra opción que buscar atajarla.

La considerable pérdida de la biodiversidad de la Tierra es una realidad que vivimos. Para los defensores del Antropoceno, la humanidad es un actor geológico dominante, y seguirá siéndolo por varios siglos, junto al colosal desarrollo de la tecnología.

En el año 2008, el geólogo británico Jan Zalasiewicz y un grupo de científicos propusieron que se reconociera de manera formal la “época del Antropoceno”, como un intervalo geológico, que nos permita relacionarnos con un tiempo marcado por un desordenado crecimiento industrial, en que las actividades humanas inconscientes han provocado cambios biológicos y geofísicos a escala global planetaria.

El expansivo interés que ha despertado el Antropoceno en investigadores de diversas disciplinas, como antropología, teología, geografía, arte y literatura, ha permitido que el tema trascienda el ámbito académico, para convertirse en sujeto de debate en los medios de comunicación y la población en general.

Trischler afirma que para entender los debates actuales acerca de la “época de los seres humanos”, es necesario diferenciar el concepto geológico del Antropoceno del concepto cultural. Para él, la polémica suscitada es una buena oportunidad para superar la separación entre naturaleza y cultura, que ha forjado la visión del mundo occidental.

Aunque los científicos aún no tienen un acuerdo de la fecha en que se ubica el inicio del Antropoceno, muchas opiniones acuerdan que la innovación tecnológica ha dejado una marca colosal. Se reconocen tres procesos principales: 1. la mecanización de la mano de obra; 2. la producción a gran escala, y 3. la transformación de la energía creada por la máquina de vapor.

El reconocido filósofo y antropólogo francés Bruno Latour, en “Nunca fuimos modernos”, dice que es necesario redefinir al ser humano tanto como al contexto en que éste actúa.

Según Latour, el ser humano comenzó a notar que la nueva tecnología alteraba de modo considerable el paisaje y el medio ambiente. Se dio cuenta que el uso indiscriminado de fuentes de energía fósiles que mantenía produciendo a las grandes ciudades, trajo consigo un dramá-tico desequilibrio de los recursos naturales, como agua, madera, aire y tierra.

La Tierra es un sistema global donde todo está relacionado con todo. El Antropoceno nos lleva a darnos cuenta que vivimos en un mundo integral.

¿Cómo es posible tener una relación armoniosa con la Tierra desde el individualismo que caracteriza al ser humano de estos tiempos? ¿Será posible que logremos acompasar el tiempo -y su efecto- para que los rápidos cambios del humano logren sintonizarse armónicamente con el cambio gradual de la naturaleza?

Osho dice: “La conciencia es la mayor alquimia que hay. Solo sigue haciéndote más y más consciente, y encontrarás que tu vida cambia para mejor en todas las dimensiones posibles.”

La modernidad es una mirada lineal, que se sitúa con lo arcaico detrás y lo progresivo delante. El Antropoceno, visto desde la modernidad, nos lanza a pagar en el futuro las acciones de los humanos del pasado. ¿No es eso injusto? Visto así, es comprensible que evitemos hacernos cargo de una deuda tan desmedida, de la que no logramos vernos responsables.

La culpa se ha convertido en una especie de sombra que persigue al ser humano “moderno”. La manera inconsciente de aliviar los sentimientos de culpa es el castigo, al que utilizamos como camino de retorno a la inocencia. La vida se forja a partir de todas nuestras relaciones. La relación entre culpables e inocentes presenta un desequilibrio en sus fuerzas.

Al aproximarme al pensamiento de Latour, acerca de los desafíos ecológicos que vivimos en el Antropoceno, logro situarme en el tiempo actual sin culparme ni culpar a los demás.

En los mapas de conciencia del Dr. David Hawkins, una escala numérica mediante la cual se puede medir la vibración de nuestros pensamientos y emociones, la culpa marca una calibración muy baja, que debilita al cuerpo. Ya Einstein nos indicó que ningún problema puede ser resuelto, en el mismo plano de pensamiento en el que fue creado.

Con respecto al Antropoceno, situarnos simplemente en el tiempo que vivimos, como plantea Latour, es un modo de relacionarnos con los múltiples cambios de esta época, desde un lugar más sano. Es una especie de zen ecológico, que nos permite sostener una relación con la vida, en vez de hacerlo con la destrucción que asociamos a la muerte.

Las cuestiones acerca del Antropoceno vistas desde lo moderno, nos conducen a imágenes apocalípticas que perpetúan los sentimientos de culpa y miedo. ¿Cómo sentirnos bien desde ahí? Desde ese lugar, las respuestas son muy reptilianas: atacar, huir o paralizarnos.

En cambio, cuando nos situamos en lo contemporáneo propiciamos el cambio de consciencia que se requiere, para desplazarnos a zonas donde es posible la reconciliación con “lo que es”, permitiendo que el fenómeno sea tal y como se presenta.

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