Apaciguando, descargando y encubriendo

Apaciguando, descargando y encubriendo

COSETTE ALVAREZ
Ya venía, lo que se dice hinchada, viendo a mi apreciado Roberto Rodríguez Marchena en sus funciones de vocero presidencial, mudo, acompañando a los funcionarios que dan declaraciones desde el Palacio Nacional, como si fuera algo menos que el mayordomo del salón de prensa. Sin embargo, escucharlo emitiendo sus propias declaraciones resultó mucho peor.

Si yo no tuviera tantas libras encima, habría saltado de mi mecedora cuando mis ojos y mis oídos se negaban a dar crédito a que un ser pensante dijera a la prensa que el gobierno estaba apaciguando los niveles de violencia del país.

Roberto del alma, ¿cómo puedes decir algo tan desafortunado, justo el día en que estamos hirviendo de rabia e indignación, en que, no conformes con el número de menores muertos y heridos por balas que ni perderse saben, dictaron un no ha lugar por falta de indicios de culpabilidad a los acusados de las violaciones a menores en Boca de Yuma?

Mira cómo se están apaciguando los niveles de violencia: descargando a los diáconos, descargando a los custodios, descargando a los oficiales de la Policía Nacional, descargando a los funcionarios del PEME y del Plan RENOVE, descargando a los banqueros de tantos desfalcos por tantos años, descargando a los asesinos, descargando a los ladrones, descargando a los violadores, descargando a los contrabandistas (ya eso se olvidó), descargando a los sobrevaluadores de muebles para decorados de cortes supremas (también se olvidó). De momento nos descargan a todos, cual inodoro, para que nos traguemos los excrementos que en él se vierten, nos pudramos con ellos en la profunda y pestilente cloaca en que vivimos, y el inodoro se vea limpiecito, con agua cristalina, incolora, inodora e insípida.

Tú que sabes inglés, debes estar familiarizado con aquel versito que de alguna manera se refería a los «wrapping papers», que tanto se traduce como «papeles para envolver», y como «periódicos encubridores», siendo las dos traducciones correctísimas, dependiendo del contexto.

Explícame, Roberto, ¿cómo fue que desaparecieron de la prensa dos noticias, una de la grave acusación a un director general, y otra a un funcionario que no se sabe quién es, sin la menor explicación, sin el menor aclarando, sin siquiera otra ridícula comisión para que investigara los casos y, como las demás, no diera resultado alguno? ¿Con qué derecho nos dejan con la «duda» de que al gobierno no le importa que sus funcionarios tengan expedientes abiertos en una justicia que no tiene ningún problema para descargar a un cierto círculo de acusados? ¿Es así como el gobierno está apaciguando los niveles de violencia «heredados del gobierno anterior»? Sal a la calle, Roberto, date un bañito de pueblo, para que veas lo que piensa y dice la gente, peledeístas incluidos.

Todos sabemos que el PLD parte de la premisa de que el mal comío no piensa y se ocupa de que no comamos para que no pensemos. El desprecio del PLD por el pueblo dominicano no necesita confirmación, ni media demostración más. Está a la vista, es perceptible a flor de piel. Se ha vuelto material, tangible. Con todo y eso, me parece que se les está yendo la mano. Ya los niveles de burla son excesivos, inaceptables, insoportables. Batieron su propio récord, con la bendición de la Santa Madre Iglesia, que ésa sí está lo que se dice bien apaciguada, descargada y encubierta. No se puede quejar. Si pide más, es por gandía. Y, prepárense: lo es.

Como me escribe un amigo, peledeísta por cierto: «Cosa curiosa, quienes están rechazando más la Iglesia Católica de manera silenciosa son las masas creyentes. Fíjate en la multiplicación de religiones en el país; es cada vez más significativa. No sé si el temor que se le tiene a la Iglesia sea por superstición –al fin al cabo, en algún momento de nuestra niñez todos fuimos temerosos de Dios; que era, en la enseñanza del catolicismo, su exclusivo repartidor de premios y castigos; tenían la exclusiva– o por temor a su poder político, que es mucho. Quizás se deba a que el fundamentalismo católico está arraigado en los núcleos que determinan la vida económica de los demás. Es tema de meditación.»

«Sólo un grupo de personas, uno que otro ciudadano aguzado puede estar percibiendo la magnitud del desastre social y político que nuestra clase dirigente (políticos, Iglesia y empresarios cómplices) le está gestando a la sociedad dominicana. Tú me dirás que todos los medios hablan del deterioro de la nación diariamente, y es verdad. Pero te aseguro que la dimensión cataclísmica de lo que va a ocurrir en un tiempo históricamente corto en la República la presiente una minoría, a quienes seguramente se les tilda de exagerados, pesimistas, comunistas, resentidos, ignorantes de los matices de la macro y microeconomía, idealistas impenitentes o de molestosos obsesivos. Aves de mal agüero.»

«La esperanza de reivindicación ética, o mejor dicho, la esperanza de adquirir una moral oficial, de Estado, estuvo cifrada en la persona del actual presidente de la República, dada su cultura y sus aparentes luces internacionales. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, se nos presenta como un hombre atrapado por compromisos y por inconductas que motivan el chantaje en sus opositores. Se perfila como uno más de la «fellinesca» cofradía política dominicana. Más ilustrado, más organizado, más sereno, más moderno, más inteligente. Pero arropando la ética con el mismo manto apestoso que desde la colonia impide nuestra reivindicación como sociedad.»

«¡Nosotros lo hemos violentado todo! No es verdad que saldremos bien de esta tormenta de inmoralidades. Lo que está pasando en la justicia en el último año es espantoso. Debería ser tan indignante que toda la comunidad debería estar en la calle. No lo está; aparentemente es la desidia y la indiferencia dominicana. ¡Falso! La catástrofe está a la vuelta de la esquina; si no es que estamos en el medio de ella y nadie, excepto algunos, se quieren dar por enterados. Perdona la lata, pero eso de Higüey me sacó de quicio.»

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