¡Apagón kilométrico!

¡Apagón kilométrico!

En estos días, mi amigo Píndaro me vino con la jeringa de que cuando queremos referirnos a un apagón de larga duración decimos: “¡Apagón kilométrico!”; y, lo dijo quejándose de que esta semana sufrió apagones que le parecieron “kilométricos” y que, una vez empezó a pelear con todos en la casa, su hija Yovanita le salió con una de esas que sólo las niñas de gran inteligencia pueden traernos y, al mismo tiempo, sorprendernos.

Según Píndaro, Yovanita es desde muy niña una “analista familiar” que, con sólo mirarlos a la cara en casa, es capaz de poner a cada uno en aprietos y a pensar en serio. Ese día del pleito de Píndaro por el apagón, ella estaba acompañando a su mamá a ver las noticias frente al televisor mientras se “jalaba los moños” y se peleaba con el sueño, a ver bien quién podía más. Mientras se revoloteaba en el sillón, le llamó la atención el cómo un señor “calvito” que era entrevistado por una joven “bajita, gordita y con unos lentes de marca”, daba unas declaraciones sobre un aumento de un ocho por ciento de una cosa que ella oye que le llaman “Luz” –igual a como se llama su tía- y que su papá y su mamá pagan todos los meses. Además, dijo que ella no entendió que, una cuestión a la que ellos llaman EFEMEI, le había dicho a los que mandan que eso vendría en este mes y que, como “clase media”, nosotros teníamos que obligarnos a “empezar a educarnos de nuevo”.

A Yovanita, ¡se le espantó el sueño! Le oyó decir a ese señor que la “clase media” tenía que aprender a usar menos los aires acondicionados en sus casas. Ella no entendía nada de eso de “clase media”, sino de las clases a que asiste cada día en su escuela. Su “cuerda” fue tan grande, que le preguntó a su mamá que “cómo era posible que, si ella misma había aprendido a programar su control de aire acondicionado a que se apagara tres horas después de acostarse y seguir sólo con el abanico, ahora ese señor también quería que ella no tuviera siquiera un poquito de aire para empezar a dormirse, porque su papá no podría pagarlo?”.

Como niña precoz y que siempre estaba al tanto de todo lo que se decía por la televisión, ella le preguntó a su papá: “Papi, y ese no es el mismo señor que hace un tiempo dijeron en el televisor que tenía un lío de esos porque no pagaba la luz en su casa?”. Dice Píndaro que “se frizó” cuando oyó eso de boca de su hija. Jamás pensó que los niños se dieran tanta cuenta de lo que se dice en los medios, y en el medio. Y, su espanto fue mayor cuando ella le dijo: “Papi, y por qué él no aprende y se baja de esa nube, para que vea cómo es nuestra realidad y apaga su aire central en donde vive?”.

Precisamente hoy, me dice Píndaro, que está haciendo un esfuerzo sobrehumano porque él tampoco lo entiende; él está buscando la forma de explicarle a su hija y a su esposa cómo es posible que una persona que ha venido desde abajo, cuando ha subido a un puesto que es “de hoy pa’horita” hable de que una supuesta “clase media” tenga que aprender a educarse….

Píndaro encuentra muy duro explicarle a su familia, en especial su hija Yovanita, sobre lo que implica el cinismo de que, cuando a alguien le conviene, se creen diferencias en público sobre supuestas “clases sociales” mientras, los que lo dicen, viven a costa de lo que esas supuestas clases pagan, a través de cuestionables e irresponsables impuestos indirectos y directos.

Al despedirse de nuestra amena conversación, Píndaro se lamenta de que, mientras su hija Yovanita ha decidido dormir sin aire acondicionado para ayudar a sus padres -que mucho trabajan-, un grupo de los que les gusta salir siempre en los medios de comunicación siguen por su cuenta, como “chivos sin ley”. Y, al final, agrega Píndaro: Total, dirán ellos, “mientras yo te’pegao, ¡a esos que aguanten su apagón kilométrico”!

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