El jamaiquino Usain Bolt, derecha, saluda al público antes de ganar la eliminatoria de los 100 metros en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro el sábado, 13 de agosto de 2016. (AP Photo/Matt Dunham)
Río de Janeiro.– El estadio Olímpico de Río lució hoy su mejor entrada para contemplar la primera escaramuza del gran ídolo del atletismo mundial, el jamaicano Usain Bolt, que recibió las aclamaciones del público en su paso fugaz (10.07 segundos) por la pista azul en las series de 100 metros.
Partió por el sexto carril en la séptima serie, la penúltima, se mesó la cara cuando su imagen apareció en pantalla entre el clamor popular, reclamó silencio a la grada, se santiguó dos veces en los tacos de salida, se trastabilló en los primeros pasos y sólo tardó unos metros en ponerse en cabeza para vencer en 10.07.
Encajado en el barrio de Engenho de Dentro, un área poblada de casas humildes construidas apresuradamente y cuya pobreza se refleja en los desconchones de paredes y techos, el estadio Olímpico registró en la mañana hoy mejor entrada que en la sesión nocturna del viernes. ¿La causa? Usain Bolt, que es capaz, con su mera presencia en las series, de atraer a un público expectante, pendiente de cualquiera de sus gestos, ávido de asistir personalmente a gestas que permanecerán para siempre en los anales del deporte.
En la primera de sus presumibles siete intervenciones (tres en 100, otras tres en 200 y en la final de 4×100), Bolt ha sentado las bases del espectáculo que llegará a su culmen este domingo en la final del hectómetro.
Para los habitantes del barrio constituye un verdadero honor recibir a un invitado tan ilustre, aunque el estadio no luzca demasiado entre casas destartaladas y marañas de cables, postes, paredes recién pintadas y pavimento con el asfalto recién extendido.
Bolt acostumbra a visitar Brasil al menos una vez al año y nunca defrauda, siempre ofrece espectáculo a los mirones. Hoy tampoco abandonó tan saludable costumbre.