POR REGINALDO ATANAY
NUEVA YORK.- El presidente Hipólito Mejía fue objeto de una acción incivilizada, precisamente en un recinto donde se supone que abunda la gente culta, deseosa de superación, y que se prepara para servir a la sociedad desde un nivel académico.
A Mejía lo apedrearon estudiantes -y parece que uno u otro profesor también, además de extraños- en el recinto de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), cuando se disponía a inaugurar un edificio que construyó el Gobierno, y en el que se alojaría una biblioteca.
Al Presidente, su escolta lo obligó a huir de aquel lugar, para no recibir una agresión física, o quizás perder la vida. Los ayudantes del mandatario hicieron disparos al aire, para dispersar la turbamulta, y luego dijeron los servicios de inteligencia gubernamentales que a más de los militares, alguien más hizo disparos. Fue un acto de salvajismo que, como tal, es repudiado por la sensatez y la cordura.
Las autoridades del centro académico se apresuraron a sancionar a los presuntos culpables, y acordaron disculparse ante el Presidente, por tan salvaje actitud.
Según dijeron algunos de los amotinados, la agresión fue con el propósito de que el mandatario no inaugurara, como se había programado, ese edificio, aduciendo que el gobierno de Mejía tuvo serios fallos desde el poder y hacia la ciudadanía, y que consideraban un insulto el que el gobernante fuera a inaugurar una biblioteca, en donde no hay libros.
A todas luces se ve que la protesta fue un acto eminentemente político, como los que en otras ocasiones allí se han producido, y que de alguna manera afectan el prestigio de esa casa de estudios que cuenta con casi 500 años de existencia.
El Presidente Mejía ha cometido varios actos irrespetuosos hacia personas e instituciones; en ocasiones ha sido indolente, y nosotros mismos hemos dicho, más de una vez, que la conducta pública de ese señor, como jefe de gobierno, ha tenido muchas cojeras. Pero que eso haya sido así, no es un permiso para que al presidente se le ofenda de esa manera.
Porque quienes armaron tan descomunal situación irrespetaron, no sólo al ingeniero agrónomo Hipólito Mejía, sino también al Presidente de la República Dominicana, lo que, si se lleva a sus últimas consecuencias, es una ofensa grave al país.
Los delincuentes que apedrearon al Presidente de la República, que desprendieron a golpe de mandarria y fuego la tarja de bronce colocada en el frontispicio de la edificación, que decía de la fecha y quién lo inauguró, rindieron un servicio doloroso para el país, a un nivel parecido al de los atracadores de colmados y bancos.
El pretexto tonto, de que la biblioteca no tiene libros, no tiene sentido, pues los libros podrán llevarse luego, ya que lo básico está hecho, que es el edificio, a un costo de más de 200 millones de pesos.
Si quienes enviaron a esos sujetos a armar camorra creyeron que perjudicarían al Presidente, se equivocaron. A quien desprestigiaron fue a la Universidad Primada de América; la de Santo Domingo.Para la meditación de hoy: En algún momento, ¿has mirado hacia atrás de tu vida, para observar lo que has avanzado? Porque a veces, los afanes del diario vivir, los problemas, nos sustraen de otras realidades que, también forman parte de nuestra vida. Ponte a ver tu vida en retrospectiva… sólo cinco años atrás. Verás que has encontrado muchas piedras, pero muchas de ellas, tú o la Divinidad, las han quitado del camino para que sigas avanzando. Luego… ¡eso es ganancia…!