Apertura de clases y sueldo número 14

Apertura de clases y sueldo número 14

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En las décadas de los años 40 y 50 del pasado siglo 20, tres grandes librerías suplían toda la demanda de libros de texto  de los residentes de la ciudad de Santo Domingo: Librería de la Rosa, Librería Amengual y Librería Dominicana. A pesar de que en esa época los libros de texto eran, en términos relativos, tan caros como ahora, los padres de familias los adquirían sin protestar. En la llamada “era de Trujillo” la educación no se percibía como un derecho. Estudiaba quien podía. Nadie se quejaba. Todos contentos y callados.

En tiempos de Trujillo, la cobertura del nivel básico era  de apenas un 30%, y la del nivel medio no llegaba a un 10%.  El porcentaje de adultos analfabetos superaba el 80%. Esas estadísticas, celosamente guardadas en los archivos de la Secretaría de Educación, Bellas Artes y Cultos, no eran de dominio público. Pero, si le creyéramos a los áulicos de la dictadura y diéramos como ciertas las informaciones que aparecían en los medios de comunicación de esa época, tendríamos que convenir que  la República Dominicana de entonces era la Cuna de la Civilización de América; que nuestro país era todo un paraíso; y que gracias a las sabias directrices del Generalísimo doctor Rafael Leónidas Trujillo Molina, Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva, los dominicanos nadábamos en la abundancia. Afortunadamente, al Perínclito Varón de San Cristóbal le ajustaron las cuentas a tiempo. Gracias al grupo de valientes que materializó esa hazaña,  y a otros acontecimientos que ocurrieron después, hoy vivimos en democracia y con derecho a tener acceso a un sistema de instrucción pública de mucho más calidad que el que teníamos antes. 

Pensábamos que con la entrada de los grandes supermercados y  almacenes en el negocio de libros de texto los precios de los mismos tenderían a la baja. Desafortunadamente, no ha sido así. No cesan las quejas de parte de los padres de familias quienes aducen  que sus salarios no les alcanzan para costear la vuelta de sus hijos a la escuela en la fecha programada. Alegan que los precios de los libros de texto andan por las nubes. Esto último, motivó al presidente de la Cámara de Diputados a exhortar a sus colegas a legislar para evitar alzas desmesuradas en los precios de los textos escolares. Dudamos que esa iniciativa del diputado peledeísta llegue a buen término. Si las autoridades de gobiernos anteriores no pudieron controlar los precios de la medicina, ni los de otros productos de primerísima necesidad, no sabemos qué harán las actuales para  controlar los precios y reglamentar el uso de los libros de texto.

Hace unos años, lanzamos la idea de un sueldo no. 14 que  habrían de recibir en el mes de agosto de cada año todos los empleados públicos para cubrir los gastos de reenvío de sus hijos a la escuela en la fecha programada. Un legislador hizo suya nuestra propuesta, formulando todo un proyecto de ley al respecto; pero, desafortunadamente dicho edicto perimió en una de las Cámaras. Nos permitimos  sugerirle al diputado Abel Martínez que lo reintroduzca  de nuevo.

De acuerdo con las últimas estadísticas oficiales, 2 millones 710 escolares de edades comprendidas entre los 5 y 15 años cursan estudios en los niveles inicial, básico y medio. A todos los matriculados en escuelas públicas (76% del total) el gobierno les facilita todos  los libros de textos que necesitan. A la luz de esas estadísticas, la ausencia notoria de estudiantes registrada el día de la apertura del año escolar 2013-2014 no puede ser atribuida a alzas en los precios de los libros. Tiene que haber otros factores en juego. A ello nos referiremos en la próxima entrega.

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