¡Por fin estamos en la papa! El ministro de Agricultura ha recomendado a la población sustituir los plátanos por papas. La razón es simple: Están más baratas por libra, lo que también destruye el mito social de que quienes comen papas están “en buena” o son ricos, aunque el puré de papas se prepara en hogares pobres como dieta recomendada a los enfermos.

Como consecuencia del elevado precio del plátano, también la Presidencia de la República ha autorizado su importación, en especial desde países centroamericanos, en una admisión indirecta de que los programas de incentivos y protección a los productores han fracasado, tal como ha ocurrido en ocasiones anteriores que se han importado rubros de primera línea en producción y consumo nacionales, como el arroz, azúcar, harina, pollos, etcétera, avergonzándonos internacionalmente mientras algunos importadores hacen su agosto aprovechando la desfachatez e incompetencia gubernamental.

El clímax no ha llegado, pero está cerca. Cuando se agote nuestra capacidad de endeudamiento, la cual muchos creen (en especial en el gobierno) que es infinita, la importación de cosas que podemos producir será la regla, porque el dinero que se coge prestado casi nunca se usa para proteger e impulsar la producción nacional, sino en actividades que hacen fácil la desviación de fondos a los bolsillos de los funcionarios públicos y es ahí donde se está incubando el nuevo y catastrófico apocalipsis: Los emigrantes dominicanos legales y en yolas hacia Puerto Rico, con su economía colapsada, volverán en masa y se sumarán a cientos de miles de haitianos haciendo filas para conseguir un empleíto en la República Dominicana, quebrada también por empréstitos irresponsables de nuestros gobiernos.