Apocalipsis y el Príncipe Rojo

Apocalipsis y el Príncipe Rojo

Si algún dominicano hubiese querido saber, por los servicios noticiosos, si algún familiar residente en Norteamérica fue afectado por los tornados del 27 de abril en Estados Unidos, no hubiese podido, porque los canales de televisión, la radio y los periódicos estaban saturados con la noticia de la boda real británica y después de la misma, el acontecimiento siguió relegado a un tercer o cuarto lugar porque las antenas se movieron hacia la beatificación de Juan Pablo II en El Vaticano, en una versión moderna de las mayúsculas contradicciones de la iglesia católica.

Me parece que es a los tornados que se refiere Apocalipsis 6: 14 y 15 cuando dice: “Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla y  todo monte y toda isla se removió de su lugar…..Y los reyes de la tierra…. todo siervo y todo libre se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes”.

Veamos cómo han cambiado las cosas: Cuando éramos más humanos, porque la inocencia nos mantenía cerca de Dios, no éramos capaces de preferir una ceremonia nupcial de doncella y príncipe azul por la consternación y trascendencia de una tragedia de más de 300 muertos y gran destrucción para nuestros hermanos en Norteamérica  y mucho menos perder tiempo viendo y creyendo que un grupo de mortales con sotanas, pecadores como Adán y Eva, podrían darse el lujo de decir que pueden convertir en santo a otro ser humano cuya beatificación solamente puede decidirla el mismo Dios. Es un engaño parecido al del príncipe, cuyo traje azul, ahora cambió para rojo y su sangre roja, dicen que es azul.

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