Apología de Poncio Pou Saleta

Apología de Poncio Pou Saleta

Qué triste saber que ha muerto un héroe de la patria, un indoblegable combatiente por la libertad. Un hombre que por defender sus principios democráticos soportó, con honor y gallardía, las persecuciones, los encarcelamientos y el exilio. Alguien insumiso que nunca se doblegó ante la represión, ni se dejó sobornar por las ofertas lisonjeras que en repetidas ocasiones le hiciera el dictador, con lo cual pudo haber evitado las penurias económicas y el ostracismo a los que fue sometido durante su juventud. Pero de aceptar esas falsas promesas de oropel, habría tenido que darle la espalda a sus ansias de libertad. Y para Poncio Pou Saleta la causa de la libertad del pueblo dominicano se convirtió en un compromiso irrenunciable, concibiendo el ejercicio de la libertad como un principio consustancial a la dignidad humana.

De palabra clara y corazón sencillo, don Poncio fue valiente, fogoso y carismático. De profundas convicciones espirituales y morales, pensó y procedió  siempre de acuerdo a su propia percepción y sensibilidad patriótica, al margen de las banderías partidistas. Su gran pasión fue devolverle al país la libertad que le había sido arrebatada por la tiranía.

Honesto y consecuente con sus principios e ideales, actuó en todas las facetas de su vida con integridad y desinterés. Nunca se propuso sacar provecho político o económico a la aureola de heroísmo que le acompañó en los últimos cincuenta años de vida, por ser uno de los sobrevivientes de la gesta patriótica del 14 y 20 de junio de 1959. En definitiva, fue un hombre auténtico, firme y coherente a lo largo de su existencia.

Pou Saleta nació en Santiago el 31 de enero de 1922. Desde muy joven se enroló, con arrojo y decisión, en la lucha contra la dictadura, colaborando en el fracasado complot contra Trujillo organizado en Santiago, en 1934. Aún a riesgo de su propia vida continuó involucrado activamente en el movimiento clandestino antitrujillista y en varias oportunidades lo encarcelaron. Fue miembro de la agrupación Juventud Democrática y del Partido Socialista Popular. Viéndose asediado constantemente por los agentes de seguridad del régimen, se asiló en la Embajada de México, logrando finalmente salir del país rumbo a Venezuela, en marzo de 1950. Atrás dejaba una dictadura despiadada que le había robado los mejores años de su juventud.

Sin embargo, la distancia no fue óbice para abandonar la lucha por la libertad, la democracia y la institucionalidad.  En el exilio Poncio Pou Saleta, el inclaudicable santiaguero, participó en labores conspirativas contra el dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez. En 1958 estuvo entre los gestores de la Unión Patriótica Dominicana, siendo uno de los principales activistas en la organización del movimiento expedicionario que se entrenó en Cuba, tras el triunfo de la revolución cubana, con miras a poner fin al régimen de Trujillo. En el campamento de entrenamiento Mil Cumbre fue designado comandante del pelotón Juan Pablo Duarte. En esta condición estuvo entre los expedicionarios que desembarcaron en avión por Constanza el 14 de junio de 1959 para enfrentar la tiranía con las armas en las manos.

Poncio Pou Saleta fue uno de los pocos sobrevivientes de esa hazaña heroica que encendió la llama de la libertad en la conciencia del pueblo dominicano, motivando a sus compatriotas a luchar con denuedo en contra de la opresión y el miedo. Fue autor del libro En busca de la libertad. Mi lucha contra la tiranía trujillista, obra en la que narra sus memorias como opositor del régimen dictatorial que sometió al país por 31 años.

Pedro Delgado Malagón  en ocasión de la puesta en circulación de esa obra autobiográfica dijo: “La primera victoria del héroes es la que obtiene sobre sí mismo. Y Poncio Pou Saleta, que arriesgó incesantemente su vida por la independencia de todos nosotros, que dejó su juventud en las ergástulas, que comprometió sin tasa todo cuanto tenía y todo cuanto era; Poncio, repito, triunfó sobre sí mismo, sobre las humanas debilidades, sobre la vanidad, sobre  la soberbia. Claro que sí, en una época carente de heroísmo, en unos días ausentes de grandeza, Poncio cosecha, con más derecho que ningún dominicano, el título de héroe moral, de héroe de la pureza ciudadana”.

Mi relación familiar con don Poncio, al ser el esposo de su hija Francis, me permitió conocer de cerca la entereza y el desprendimiento de este hombre de excepcional valor y patriotismo que, por encima de todo, aceptó el reto de enfrentar la dictadura sin reclamar posiciones ni recompensas y sin esperar nada más que no fuese la satisfacción del deber cumplido. Fue un ser humano sensible y solidario, con un alto sentido del compromiso, la honestidad y de la amistad.

En Venezuela contrajo matrimonio con Josefa León Araujo (Chepi), quien se convirtió en su verdadero alter ego, su consecuente compañera que le brindó comprensión y apoyo en su lucha revolucionaria, acompañándole luego en todos los demás proyectos que emprendió. Con doña Chepi procreó cinco hijos, tres de los cuales nacieron en sus años de exilio en la tierra de Bolívar, que amó con una segunda patria. Buen esposo, buen padre y abuelo, don Poncio tuvo una vida larga y fructífera, convirtiéndose en el tronco de su entorno familiar. Al que siempre acudimos sus familiares, amigos y allegados en busca de orientación y oportunos consejos.

Qué fortuna tan grande para la República Dominicana contar entre sus inmarcesibles héroes, con este guerrero de la patria que se propuso vivir con dignidad y con decoro, las únicas formas de vida que merecen ser recordadas por los demás. El presidente Leonel Fernández, al definirlo durante su sepelio como un patrimonio nacional, expresó: “Poncio Pou Saleta encarna y simboliza los anhelos de libertad y las luchas del pueblo dominicano por la democracia y la dignidad de los seres humanos”. Por ello, su ejemplo de entrega bienhechora nunca quedará en el olvido de las presentes y las futuras generaciones de dominicanos que aspiramos a vivir en una tierra donde brille para siempre el sol de la libertad.

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