Aporte

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Al leer de nuevo  sus poemas queda la sensación de que si bien no se vive la represión de antes, al menos se percibe el gran tufo de la corrupción

A los 21 años cumplidos, en 1970, Luis Manuel Ledesma nos deslumbró con el fogonazo de sus poemas ganadores del premio de poesía de la antigua Editora la Razón, responsable de la publicación del desaparecido vespertino “La Noticia” y ven de nuevo la luz con el mismo título de original, “Facturas y otros papeles” (Secretaría de Estado de Cultura, 2009).

Los agoreros de siempre vieron en los poemas de Ledesma una influencia muy marcada de Benedetti, pero el joven nacido en Esperanza de la provincia de Valverde (Mao) en 1949 tuvo su propio ritmo, el de su cultura dominicana, y aunque es cierto que algunos de sus poemas no tienen hoy el mismo impacto de aquel momento de autoritarismo, represión y asesinatos del balaguerismo, no menos cierto es que al leerlos de nuevo nos dejan la sensación de que hoy vivimos en grande, si no la represión al menos el gran tufo de la corrupción y el cinismo de los doce años.

Ledesma fue un poeta precoz, muy por encima de los miembros de su generación, la llamada Joven Poesía, y de haber seguido el derrotero normal de un Alexis Gómez, hoy estaría por encima de quien ocupa el primer lugar de la lírica del grupo, debido a su constancia y a su coherencia en el canto.

Pero el silencio poético de Ledesma no le es imputable. Las circunstancias de la vida lo llevaron de tumbo en tumbo y para huir de la maldición que a veces acompaña a los efebos, se refugió en Nueva York, según su confesión, en los años 80 y estuvo invisible para la cultura dominicana hasta esta “reprise” de Cultura que lo saca del olvido. Y aún más, anuncia en la solapa Ledesma que publicará la ‘madre de todas sus obras’: “La muerte vendrá mañana”. (Ojalá J. R. Lantigua le publique su obra final).

Ledesma estaba incluso en aquel 1970 por encima de Enriquillo Sánchez, quien bautizó a su generación como bisoña. Solamente la ausencia de obras de Ledesma cedió el terreno a Sánchez y Gómez.  Y la ausencia física es signo de muerte, metafórica o no. En aquellos años, y hoy también, le tuve gran estimación a Ledesma. Él propició mi encuentro con Manuel Rueda después del fogonazo de mi conferencia sobre el pluralismo en la UASD. Y apreciaba yo mucho a Ledesma porque vi en él la madera de un gran teórico de la literatura y la crítica, pero después de aquel viaje a Europa y su vuelta al país, ya nada fue igual para el bueno de Ledesma. A esa edad los golpes son muy duros. Y la forma de él evadirlos fue el refugio del exilio poético.

Volví a encontrarme con Ledesma en Nueva York en casa de Viriato Sención. Fue durante mi estancia de 1996-97 en Manhattan College. En aquella junta estuvieron presentes también Alberto Tejera, poeta de garras pero que al parecer el periodismo le ha ganado la partida en Santo Domingo, y el difunto poeta Carlos Rodríguez. Hablamos de todo: literatura, Santo Domingo, política casi nada, el gueto de la diáspora literaria, las grandezas y miserias de los narcisismos literarios dominicanos de la diáspora y la isla.

Recordamos el nacimiento del pluralismo, el rol de Ledesma casi como vicario de Rueda pero en el fondo el joven poeta buscaba su rumbo y tenía garras para labrárselo. Nadie es predictor de futuro. No sé qué hubiera sido de Ledesma si se hubiese quedado en Santo Domingo hasta el día de hoy. Pero veo la vida de sus cofrades de generación como Enriquillo Sánchez o Alexis Gómez. No sé realmente qué decir.

Lo único que se me antoja con farfullar es que esta es una sociedad  tragagente, vitriólica en contra de la crítica radical  e intolerante de la fama ajena, sea literaria o de otro tipo. Incluso la academia dominicana es hostil al estudio y sin estudio no hay, por lo general, genio poético. La bullanga, los placeres, la ilusión de los cargos políticos, el fuego fatuo de las glorias efímeras, la consagración momentánea de un premio conspiran en contra del mejor asentamiento de la inteligencia poética.

Si Santo Domingo mata las mejores ilusiones, Nueva York las destruye casi totalmente. El tiempo es obra y la libra de carne de Shylock conspiran en contra no solamente de los escritores nativos norteamericanos, sino también y con más fuerza, de los intelectuales que llegan como exiliados económicos. Incluso en el caso de que el diaspórico llegue a ser un mediano o gran profesor universitario, la lógica de la estructura del poder académico en las universidades norteamericanas conspira en contra de la creación y la imaginación poéticas. En esos medios académicos, un ensayo literario (que es pura ideología, perecedera algún día) vale más que un libro de desbordante imaginación poética. Y hablo en serio, el ensayo vale más en términos de dinero y de currículo para la permanencia o “tenure track”.

Casi cuarenta años después Ledesma vuelva a suscitar mi simpatía con este pase de facturas a la sociedad dominicana. Creo que la transformación ideológica  del panfleto de la página 87 seguirá ejerciendo su crítica en todos los tiempos mientras haya república: “El Secretario de Estado/tiene a/su secretaria en estado.” Hoy hay secretarias que salen en estado en los mismos despachos que son suites de hotel. Enfilaste bien el dardo, poeta. Las tienen, poeta, en estado de embarazo y en estado económico abundante. Ellas son hoy las reinas de las yipetas y los apartamentos de lujo. Viste bien, poeta. Y eso, que vivías en los 70. ¿Y si vuelves a tu país hoy, qué verás? El apartamento mostrado por Alicia Ortega. Eso es una birria.

Poeta Ledesma, invito a las generaciones de poetas de hoy a que te lean, que lean tus “Facturas y otros papeles” para que vean como se debe escribir a los 20 años, para que vean cómo se truena en contra de las ideologías de época, para que se dejen de estar mamando gallo, como dicen los venezolanos,  en programitas de radio y televisión, o perdiendo su tiempo en entrevistas con revistas de frivolidades.

Usted hizo a los 20 años para nuestra cultura lo que Rimbaud hizo para la francesa a los 18.  Los poetas de hoy les tienen miedo al poder. Para los que vivimos los 22 años de Balaguer, eso es paja para la garza. Ningún poeta de este país será lo suficientemente grande si no transforma con su canto los mitos y creencias que ha encontrado en su época. El resto es literatura.

Exilio poético

No sé qué hubiera sido de Luis Manuel Ledesma si se hubiese quedado en Santo Domingo hasta el día de hoy en vez de huir de la maldición que a veces acompaña a los efebos para refugiarse en Nueva York. Pero veo la vida de sus cofrades de generación como Alexis Gómez y no sé realmente qué decir. Lo único que se me antoja con farfullar es que esta es una sociedad “tragagente”, vitriólica en contra de la crítica radical e intolerante de la fama ajena, sea literaria o de otro tipo.  De todos modos me atrevo a decir que hoy Ledesma estaría por encima de quien ocupa el primer lugar de la lírica de su grupo debido a su constancia y a su coherencia en el canto.

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