Aporte
El amor más allá de lo que conocemos

<STRONG>Aporte</STRONG><BR>El amor más allá de lo que conocemos

Se puede llegar a un mismo sitio por medio de diferentes caminos, mas no todos son correctos o apropiados. Al principio parten de un mismo sitio, sin embargo, muchos terminan desviándose; unos son más abruptos y largos que otros, y naturalmente son menos abordados y recorridos que los cortos y tersos. Quiero presentar los dos caminos que según  Erich Fromm y Ovidio conducen al amor,  pero ámbos esgrimen enseñanzas que van en direcciones totalmente opuestas, vertidas en sus respectivas obras “El arte de amar”.

Fromm, psicólogo y filósofo alemán del siglo XX,  criticó mordazmente la sociedad capitalista y la calificó de monótona y autómata (con respecto al estilo de vida de los hombres). Ovidio,  fue un poeta romano nacido medio siglo antes de Cristo, en cuyos versos abunda la mitología y se aluden  los apasionados amores entre dioses, héroes y otros personajes de los poemas épicos La Ilíada y La Odisea.

‘’Joven soldado que te alistas en esta nueva milicia, esfuérzate para encontrar primero el objeto digno de tu predilección, enseguida trata de interesar con tus ruegos a la que te cautiva y en tercer lugar gobiérnate de modo que tu amor viva a largo tiempo. Ése es mi propósito, ése es el espacio por donde ha de volar mi carro…’’ En esta rapsodia, Ovidio esclarece sus intenciones, expone por dónde volará su carro. Quiere que aprendamos del maestro del amor que es. Quiere enseñarnos cómo vamos a caminar hasta llegar al amor.

Es preciso señalar una de las ideas notables y principales contenida en su obra: ‘’Encontrar primero el objeto de tu predilección”.  Con esto Ovidio quiere decirnos que es imprescindible encontrar el objeto apropiado para amar. Que el amor no tiene lugar, no existe, si no se tiene el objeto que va a recibir el amor que se le proporcionará.

¿Es el amor un arte? ¿O es el amor una sensación placentera, cuya experiencia es cuestión de azar, algo con lo que uno ‘’tropieza” si tiene suerte? Son cuestionamientos que despabilan, preguntas que nunca nos hemos realizado y que a algunos les parecerá carente de sentido, dado que muchos piensan que la capacidad de amar es nata e inherente al ser.

Cuando se escuchan las palabras ‘’el arte de amar’’ acuden a la mente pensamientos como: ‘’la virtud de amar’’, ‘’la sublimidad de amar’’…, pero no pensamos en el método de amar, en el sistema de amar, en el funcionamiento del amor.

No basta con el piano adecuado para ser un perito del piano; no basta con los mejores pinceles para pintar; ni siquiera basta con el mejor vino o un suculento opíparo para llegar a la cumbre del paladar. No me basta tener la ‘’mujer/ hombre perfecta (o) ’’ para gozar de la capacidad de amar, sino que es una trayectoria, y no es corta; un proceso que tampoco se puede acelerar.

Erich Fromm nos detalla cada una de las fases en las que se divide y traspasa el amor, pero antes de presentarlas quiero desarrollar la parte fundamental del amor que el pisicólogo y filósofo alemán define como una actividad.  Una actividad no es estar haciendo algo, sino una posición en la que se da, en la que se produce. Un receptor no  realiza una actividad. Esperar recibir amor es una acción de amor maternal en la que nuestra posición sería la de un niño. Muchas personas que superan los cuarenta años puede que aún se encuentren en este tipo de amor.  Lo cierto es que no puede haber amor maternal en un amor fraternal. El amor es un constante dar, no es ocupar una posición receptora únicamente. Por tanto el que sólo está a la vigilia de recibir amor y no se ocupa de darlo, no posee la capacidad de amar.

Las fases que atraviesa el amor son: amor fraternal, amor maternal, amor erótico, amor a sí mismo y amor a Dios. Toda persona, salvo en los casos incestuosos, experimenta un contraste en el amor que profesa a sus progenitores y a su pareja.

Nunca llegamos a detallar cuáles son las características de las divisiones de amor que existen, o sea, por qué el amor hacia la madre o al padre es diferente al amor que sentimos por nuestra pareja.  Fromm ha estudiado los porqués, los rasgos de los tipos de amor que profesan los seres humanos. Al estudiar las discrepancias y similitudes entre Ovidio y Fromm, sólo nos hace falta involucrar, o por lo menos es más práctico señalar el amor fraternal y el amor erótico.

Amor fraternal es el amor a todos los seres humanos; se caracteriza por su falta de exclusividad. Si he desarrollado la capacidad de amar, no puedo dejar de amar a mis hermanos, dice Fromm.

Amor erótico es el anhelo de fusión, de unión con una única otra persona. También nos dice que: el amor puede inspirar el deseo de la unión sexual; en tal caso, la relación física hállase libre de avidez, del deseo de conquistar o ser conquistado, pero está fundido con la ternura. Si el deseo de unión física no está estimulado por el amor, si el amor erótico no es a la vez fraterno, jamás conduce a la unión salvo en un sentido orgiástico.

Con estas palabras, podemos constatar que el amor erótico no existe si no hay amor fraterno, es sólo la unión en el sentido orgiástico. Y debemos de hacer hincapié en estos conceptos, pues muchos creen que el amor se basa en el coito, cuando es todo lo opuesto. La relación sexual sólo es sana, si tiene al amor como cimiento, si no lo tiene es sólo un intento banal de escape a la separatidad,como lo califica Fromm, lo cual termina ensanchando una sensación de vacío.

“Si ella se desatina en extremo y te declara abiertamente la guerra, invítala a las dulzuras del lecho y allí se ablandará, allí depone sus armas la pacífica Concordia, y de allí, créeme surge pronto el perdón. Las palomas que acaban de reñir, juntan sus picos acariciadores, y diríase que sus arrullos suenan como palabras de ternura”. Éstas son palabras de Ovidio que inducen a las relaciones sexuales como desenlace de los conflictos matrimoniales.

Analizando esas palabras podemos  desvelar el error que todos cometemos. ‘’Hacer el amor’’, es una expresión de uso común en una persona de cualquier clase. Lo especial de ella es que quiere decirnos que la consumación y la manifestación del amor se encuentran en la relación sexual. El paroxismo del amor para la gran mayoría es el acto coital. Esto, junto al amor como una acción pasiva, es la aberración más grande de la sociedad. De aquí surgen las neurosis que producen las relaciones sexuales con ausencia de amor como base. El 14 de febrero se celebra internacionalmente el día de San Valentín con motivo del amor y la amistad. La conjunción admite que el amor y la amistad no son una misma cosa, más de alguna manera quiere decirnos que son sentimientos del mismo tipo; no son lo mismo pero son cercanos. Ésta es una de las confusiones que tiene la sociedad.  Se cree que el amor es un sentimiento que corresponde únicamente a la pareja. Entonces, si creo que el sentimiento que siento por un amigo no es amor, tampoco amo a mi pareja, porque, debe sentirse amor fraternal tanto por el amigo como por la pareja.

“En lo que respecta al arte de amar, ello significa que quien aspire a convertirse en un maestro debe comenzar por practicar la disciplina, la concentración y la paciencia a través de todas las fases de su vida…” plantea Fromm mientras que Ovidio sugiere que “ si te propones seducirla, no te retires hasta salir vencedor”.

Aunque en gran medida los autores discrepan en sus teorías, no menos cierto es que en la práctica tienen ciertos criterios que convergen. Si se quiere amar, o al menos tener el objeto indicado en el caso de Ovidio, se requiere tener paciencia. Si no se tiene la paciencia necesaria abandonamos todo lo que nos proponemos y nunca llegaremos a amar. La finalidad de la comparación de Ovidio con Erich Fromm no es admitir los errores del primero. Su obra fue simplemente reflejo de lo que vivió, que en realidad le fue útil, pero  dentro de su erróneo concepto del amor.  El poeta romano lo utilizamos como vocero de todos nosotros. Así es como generalmente pensamos.

Aunque  Fromm fue un magnífico psicólogo que le dio una estructura al amor y Ovidio  un poeta que se dejó arrastrar por el frenesí de su pluma y por su talento para versificar, es aconsejable asumir un sincretismo que nos permita sacar provecho a los ardides del romano que vayan acorde con nuestra moral y aplicar en la práctica la bien desarrollada teoría de Fromm cuando plantea que “El amor no es esencialmente una relación con una persona específica; es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo como totalidad, no con un objeto amoroso”.

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