APORTE
¿Ha traducido Achy Obejas ritmo-sentido?

<STRONG>APORTE<BR></STRONG>¿Ha traducido Achy Obejas ritmo-sentido?

En la página 16 de la edición española de “La breve y maravillosa vida de Óscar Wao”, Achy Obejas comienza con el pie izquierdo la traducción de algunas palabras que organizan la sintaxis del discurso y ofrecen significados que no tienen. Esto bloquea el sentido.

 Me refiero a la palabra “encojonadamente”, inexistente en español. La traductora puede argumentar que es neologismo construido a  partir del vulgarismo “encojonar”, documentado en los diccionarios de dominicanismos. Puede argumentar incluso que es palabra derivada de “encojonada-o” (participio pasado y adjetivo en función). Todo eso lo entiendo, lingüísticamente, pero destruye el sentido. Si hubiese traducido “cojonudamente”, no.

Quienes leen la obra en inglés o en español tendrán que acostumbrarse a esos neologismos o vulgarismos del argot barrial de la cultura diaspórica. Es una rebelión. Una petición de reconocimiento. Una violencia operada desde el discurso. Rebelión semántica que terminará un día, como dice Stirner de los estudiantes fariseos, en una conformidad con el poder. Algunos diaspóricos han recibido su condecoración palaciega y no han vuelto a rebelarse en contra del Poder.

Esta conducta escritural la llamo, como decía Lenin del izquierdismo, una enfermedad infantil del lenguaje. La escritura transforma el lenguaje y la historia, no se rebela en su contra. Rebelarse es no asumirse como sujeto; es no tener estrategia.

El rebelde se contenta con la blasfemia, lo cual divierte al Poder y este se ríe.

Obejas ha traducido “Nuestro Dictador de una Vez y Para Siempre”. Todo eso lo produce  “dictador vitalicio”, sin gastar tanto esfuerzo en escribir esas mayúsculas. Estas son una esencialización. En el lenguaje y la historia no hay no hay esencia. Un discurso es capaz de hablar de esencia, pero como metalenguaje. La “esencia” no posee ninguna existencia empírica. Solo como sentido en el discurso.

En la nota 1 (pág. 16) existen cuatro vocablos cuya traducción deja que desear y arruinan el sentido de las frases donde encajan. La primera frase abre con un “Para aquellos a quienes les faltan”. Calco  del inglés “For those of you who missed”. En español resulta más productivo traducir: A quienes le falta”. Pero el segundo miembro de esa frase no se entiende en español: “los dos segundos obligatorios de historia dominicana”. Poseerá sentido en inglés, pero en castellano, no.

Otro tanto ocurre con el sintagma: “zapato de plataforma” (línea 5). Otro calco del inglés. En español se dice “zapatacón”, zapatos de taco alto o zapatón. El mismo calco le censuré en una ocasión a Franklin Gutiérrez, quien lo usó en un cuento hace más de diez años.  Pida usted un “zapato de plataforma” en una de las zapaterías del país a ver si le entienden.

Otro yerro de la traductora es “masacre” (línea 9). Con un término tan castizo como “matanza”, el esnobismo prefiere ese italianismo. Importa poco que esté legitimado por la Academia. Como escritor, usted se lo deja a los demás, pues se “supone” (lo cual es siempre falso) que usted es un dominador de su idioma y del pensamiento. No se demuestra en Obejas ni lo uno ni lo otro. Pues para escoger “masacre” ni domina el idioma ni pensó que ese vocablo es un italianismo. 

Penúltimo caso

El vocablo “colonia” (línea 10). Aporto el contexto: “Así llegó a disponer del país como si fuera una colonia, y él su amo.” No, como si fuera una “finca”.  “Colonia” es un vocablo muy polémico y no añade claridad, sino confusión.

Obejas tomó el último sintagma de la frase citada más arriba: “Dictador para Siempre”. Aquí nos ahorró la mayúscula de “para”, pero el reparo es el mismo: “dictador vitalicio” es el gran sentido. Ni siquiera “dictador perpetuo”, como figura de “Yo el Supremo”. Ese término es cosecha de la historia y la cultura paraguayas.

La nota 1 continúa en la página 17. El concepto es de Junot Díaz y la traducción es de Obejas. Donde Junot escribe “the forging of the Dominican peoples into a modern state”, Obejas produce este vaciado: “la forja del pueblo dominicano en una nación moderna”. No acierta ni en lo uno ni en lo otro. Lugo demostró que Santana creó el Estado “sobre una nación”. Los sociólogos del siglo XX demostraron que fue mediante la centralización administrativa. De ahí la caricatura de Estado dominicano desde 1844 hasta hoy: clientelismo y patrimonialismo, exclusión total del pueblo en la toma de decisiones. Causas: falta de cultura política, falta de conciencia nacional, sin la cual la nación no existe, falta de conciencia de clase y falta de conciencia individual o de unidad personal. “Estado” se escribe con mayúscula porque es concepto y se diferencia de “estado” con letras minúsculas” para referirnos a uno cualquiera de los estados de una federación (Estados Unos, Alemania, Brasil, etc.) Obejas traduce “state” por “nación. Error garrafal.

“Güey” es mexicanismo muy común en el español coloquial. Junot se empapó de México cuando vivió una temporada allá. El “fokin” atraviesa el texto de la a la z. Ni modo, con este comodín ideológico. En la nota 3 (p. 18), Obejas comete un error común a quienes no dominan el idioma; el uso de “que” en vez de cuando, donde o como: “la noche que John Kennedy, Jr., Carolyn Bessette y su hermana Lauren, desaparecieron…” ¿No es más rítmico traducir “la noche en que” o “la noche cuando”. “Jr., debió traducirse por “hijo”.

La frase de la nota 4 (p. 19) no se entiende en español: “Pero sobre todo lo que ames mi pensamiento pesará como una nube de la Condena…”  No hay traducción para “nerd” (p. 20), que en inglés argótico es tan fuerte como “con” en francés”: idiota, estúpido, pendejo, tonto. En p. 20, también está “pescuezo” en vez de “cuello”, voz del narrador, no de personaje. Y aparece por primera vez el nombre del personaje central de la novela: Óscar, ficcio-dependiente del narrador. Y el juego de palabras que le guiña el ojo a García Márquez, Andrés L. Mateo, Disney o la comida chatarra: McCondo, “los dedos de Dios”. Y “old school” sin traducción, pero el juego intralingüístico es un acierto de la diáspora que deja sin aliento a quienes no saben inglés y a los de habla inglesa que no saben español.

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