APORTE
La masacre del 37:
tragedia anunciada

<STRONG>APORTE<BR></STRONG>La masacre del 37:<BR>tragedia anunciada

JEAN GHASMANN BISSANINTHE
Presentamos  este artículo a nuestros lectores para ayudarlos a entender las fuerzas que gravitaban alrededor del genocidio de 1937. En Octubre del año 2007 se cumplieron setenta años de la masacre de miles de haitianos y dominicanos en el territorio oriental. En esa ocasión, algunos sacerdotes católicos pidieron perdón al pueblo haitiano en la homilía dominical, quitando una carga pesada sobre los hombros de las autoridades dominicanas, haitianas y norteamericanas de la época.

Desde el mes de Septiembre de 1937, la masacre de los campesinos haitianos había sido iniciada por los sicarios trujillistas en una zona fronteriza de 380 kilómetros, especialmente en la parte Norte. Ese crimen de lesa humanidad que constituye uno de los puntos más oscuros en las relaciones haitiano-dominicanas no ha sido plenamente entendido por las nuevas generaciones.

Algunos historiadores sustentan que la masacre tuvo su origen en la debilidad del tratado domínico-haitiano de 1874 que fue incapaz de plantear una solución al problema limitrofe. Pero su verdadera intención era bloquear el plan entreguista de Buenaventura Báez del territorio dominicano a unos flibusteros norteamericanos.

No debemos caer en argumentos infantiles para creer que hubo un supuesto proyecto de Trujillo de masacrar los haitianos  para blanquear o mejorar la raza dominicana. Como la mayoría de los autores que escriben sobre el Generalísimo lo describen como un sicópata, un miserable que llegó al poder por casualidad de la vida, era normal que esas ideas quedaran grabadas en la mente de los ciudadanos.

Hay que ver la masacre en sus múltiples causas tales como la ocupación norteamericana de la isla en 1915 y 1916, la crisis de trabajadores del capitalismo agrícola, el fervor del nacionalismo dominicano, el problema etnoracial haitiano, la influencia de la ideología nazi y tal vez el deseo de venganza de unas familias binacionales. Uno se pregunta, ¿cómo es posible que Trujillo que solía recorrer la frontera para felicitar a los haitianos por su ética laboral y entregarles herramientas de trabajo fuera capaz de matarlos?

Los que segaron la vida de miles de haitianos y dominicanos, violaron el principio general de las leyes internacionales referentes al uti possidetis que señala la suerte de los habitantes y de sus propiedades a finales de cualquier conflicto fronterizo. Las víctimas del genocidio no pudieron disfrutar de la libertad y del derecho a la propiedad en el territorio oriental  garantizados en el protocolo de 1936. Los principios del jus domicili (derecho a la residencia) y del jus soli (derecho al nacimiento, al suelo), aplicables a la división territorial según los acuerdos de 1935 y 1936 provocaron una crisis de refugiados en Haití.

El control del poder en Haití por Alexandre Pétion, Jean Chrisostome Imbert y Jean Pierre Boyer, desde 1807 hasta 1843, puso fin a una era de dominio y de control de los mulatos y blancos. Fue el movimiento «La Reforma» promovido por los sub-oficiales negros y los insatisfechos comerciantes del sur de Haití que provocaron el derrocamiento de Boyer y la llegada de un presidente negro al poder.

La salida de Boyer en 1843 y la instalación de una Junta de gobierno encabezada por Charles Rivière Hérard no había respondido a las aspiraciones de la élite mulata y blanca de la isla, por lo que fue sustituido por una nueva Junta encabezada por José Marie Imbert, ex-asesor de Boyer y de N. Negrettier, Philippe Guerrier y  J.G. Voltaire. Luego, Hérard fue nombrado presidente de un gobierno provisional.

El pariente de Jean Chrisotome Imbert, el general Jose María que defendía los intereses de la oligarquía de la isla, se quedó en el Cibao con otros militares de origen francés para convertirse en héroes dominicanos por su valentía exhibida en la batalla domínico-haitiana  del 30 de marzo de1844. Según algunos escritores, una justificación para la masacre está vinculada a las invasiones de Dessalines en 1805, de Hérard, Pierrot y Soulouque a mediados del siglo XIX.

Sin embargo, nadie preveía que un genocidio de civiles se concretizaría en pleno siglo XX en tiempo relativamente de paz. La lucha etno-racial en Haití adquirió una dimensión insular y los grupos oligárquicos binacionales de la época, precisamente los descendientes de soldados desmovilizados de los gobiernos de Ferrand y de Boyer, aprovecharon las circunstancias históricas para dar un ejemplo a la clase campesina haitiana.

En síntesis

Factores

Al ocurrir la masacre existía una crisis de trabajadores en el capitalismo agrícola, tras las ocupaciones norteamericanas de la isla en los años 1915 y 1916. El autor cree que debe tomarse en cuenta además el “fervor del nacionalismo dominicano” entre las causas de la masiva agresión de Trujillo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas