Al estudiar la obra de Fernando Savater nos impresiona la misión que se ha impuesto como filósofo-profesor de trabajar con la juventud del mundo americano y parte de Europa. El admirable escritor brilla en su máximo esplendor como escritor en el género ensayístico; con todo, al escrutar su obra nos damos cuenta de que no hay una sustancia filosófica propia sino que domina y admira la historia de la filosofía y el pensamiento de los grandes filósofos de todas las épocas. Dedica su vida a rescatar, estudiar y repensar ese conocimiento, de ello elije lo que considera lo mejor para adaptarlo a nuestra época y darle su sello: Finalmente, lo muestra y promociona para posibilitar su entendimiento. Se dedica con pasión a enseñar a la juventud este saber como asunto impostergable añadiéndole el atractivo de su estilo claro, rico y preciso, sus análisis y su visión.
Enseña filosofía para que se aplique y mejore la vida de la gente. Se niega a permitir que se pierda lo fundamental en este mundo donde la ciencia y, por tanto, la razón priman. Ha hecho de su vida una cruzada que tiene como objetivo primario educar a la juventud, guiarlos hacia una vida ética donde la posibilidad de elegir sea defendida desde un mundo democrático en el cual la libertad sea un don de todos. Se enfoca en ellos porque este segmento de la sociedad no tiene la mente cristalizada. Busca impactar el futuro enseñándoles entre otros importantes asuntos la necesidad de aprender un arte de vivir como filosofía.
Savater no es un creador de ideas, no tiene el genio de Platón, Sócrates, Nietzsche, Hegel, Heidegger, tampoco el de Spinoza o el de Kant, quizás es más parecido a su admirado Voltaire, pero no se confundan Su mérito es grande, sobre todo en un tiempo cuando en muchas partes del mundo la filosofía es una materia opcional, porque no interesa que la juventud de hoy conozca la historia del pensamiento o aprenda a pensar, ni se le enseñan sus deberes y derechos.
El mexicano Carlos Pereda hace notar que es la agudeza crítica, fascinante y aclaradora de Fernando Savater lo que ha convertido a este filósofo en una referencia obligada de la vida civil española. Su gran valor radica, como él mismo reconoce, en hacer la ética, y añado la filosofía en general, accesible para un público más amplio. Dueño de un ingenio agudo, valioso e inteligente, en su empeño de hacer a la humanidad más humana y feliz, Savater es un servidor de su tiempo.
Para comprender mejor de donde viene la forma de pensar de Savater, sobre todo sobre la ética, veamos escuetamente las que aparentan ser sus mayores influencias. En sus inicios fue discípulo de García Calvo, poeta y filósofo español que rechazaba los manejos del poder y le hablaba de que la gente empezaba a ser vista como cosa y queda organizada de este modo en individuos sometidos a una doble exigencia contradictoria: cada uno tiene que ser individual, y sin embargo todos han de ser sumables en una masa numérica.
Pero Savater admira, sobre todo, a Voltaire y se identifica con sus principales luchas: La defensa de la tolerancia religiosa; la libertad ideológica frente a todo dogmatismo y fanatismo; el hecho de que el pasado es inabarcable; la aseveración de que la relatividad abarca todo lo que se considere absoluto; la moral fundada en la creencia en la libertad de pensamiento y el respeto a todos los individuos, y finalmente con aquello que sostuvo de que la literatura debía ocuparse de los problemas de su tiempo.
Con relación a Nietzsche, Savater ha sido alumno aventajado de este filósofo que creó una cosmovisión y que reorganizó el pensamiento del siglo XX. Primero lo sigue en su reafirmación de la vida. El übermensch o superhombre ideado por Nietzsche como la persona capaz de generar su propio sistema de valores identificando como bueno todo lo que procede de su genuina voluntad de poder. Combate la moral impuesta por las religiones e impulsa la moral que surge desde lo más profundo de las personas.
Spinoza, por su lado, lo ha influenciado notoriamente con sus teorías de que la libertad no depende de la voluntad sino del entendimiento; y de que el hombre se libera por medio del conocimiento intelectual. Siguiendo a Spinoza, propugna una ética del querer en contraposición a una ética del deber. En ella los seres humanos buscan de manera natural su propia felicidad y la ética ayuda a clarificar esta voluntad y mostrar las formas de su realización.
En el curso de los años he leído con gran interés la obra de Savater, escritor que como amasijo de hombre ilustrado, irónico, de humor liviano, hombre de sangre que corre a contracorriente y que arremete sin piedad contra dogmas y reglas, pero que, paradójicamente, termina dando preeminencia, como vitalista, a los valores que conserven, promuevan y magnifiquen la vida, y así, ha dirigido sus esfuerzos a que la juventud no se pierda en el vacío de la estupidez. Convencido de que el tiempo de la educación es el momento adecuado para la ética, desea enseñarles que elegir la virtud da fuerzas para llevar una vida recta, una convivencia justa, solidaria y digna, y sobre todo les permitirá alcanzar el fin de la vida humana: La felicidad.
El núcleo de la ética según Savater es la noción de la libertad humana. Se trata de la libertad de elegir acciones e implica responsabilidad frente a los resultados. Bien aplica aquí la ley de Newton, ya conocida por todos: Toda fuerza en la naturaleza tiene adherente a ella otra fuerza de igual magnitud pero en sentido contrario, es decir, frente a cada una de nuestras acciones hay una reacción en sentido contrario de la que somos responsables.
Savater opina que el sujeto humano, por una especie de debilidad de la voluntad, opta conscientemente por lo malo, aunque sepa que hay otra opción mejor. Él lo explica a partir de nuestra existencia simbólica que nos somete a la venganza, la envidia, la ambición como motivaciones del accionar. Hegel, en una frase que Savater usa con extrema frecuencia, acierta justo en el centro en su tiro al blanco cuando dice «Ser libre no es nada, devenir libre lo es todo». Y es que gozar de libertad sin estar consciente de ella o sin ejercitarla no tiene sentido. Lo importante es llegar a ser consciente, primero, de la necesidad de ser libres y segundo, de la responsabilidad que ello supone. Ser libre con todo lo que ello entraña es un acto de despertar de la conciencia…
El filósofo nos urge a tratar como humanos a los humanos, para sentirse humanos . Sucede que vemos nuestra humanidad desplegada en su totalidad en el otro, y solo en esta relación con ese otro descubrimos nuestra plenitud. Es el dominio del barro que de tanto frotarse, de tanto sentirlo cobra vida y se manifiesta en toda su potencialidad. El barro y su transmutación todas las formas y ninguna. Ninguna y todas. ¡Transformación del mundo objetivo, arte de la forma viva que funge la labor de nutrir la consciencia!