Apostillas a un artículo de Álvarez-Vega

Apostillas a un artículo de Álvarez-Vega

MIGUEL RAMÓN BONA RIVERA
Bienvenido Álvarez-Vega, brillante articulista, publica un interesante trabajo aparecido en estas páginas el 16 de noviembre pasado bajo el título de “Un Estado para los poderosos”.

En dicho artículo, Álvarez-Vega elabora una novedosa tesis acerca de cómo las élites económicas de los años 60 y 70 se desarrollaron a expensas del debilitamiento institucional del Estado Dominicano, lo que las llevó a rechazar las ideas democráticas y modernas del gobierno de Bosch, derrocándolo, para luego aliarse con el régimen neo-trujillista de Balaguer que gobernó para ellas. Hasta que finalmente el gobierno del Presidente Antonio Guzmán trató de institucionalizar el país.

Quisiéramos agregar algunas consideraciones en torno a estos planteamientos de Álvarez-Vega.

Al estudiar el acontecer dominicano de los años 60 y 70 del siglo pasado, hay que imbricarlo necesariamente en su contexto geopolítico.

En octubre de 1962 se produjo un acontecimiento que marcó el curso de la historia continental. Se  trató de la gravísima crisis originada tras el emplazamiento por parte de la Unión Soviética en territorio cubano, de  múltiples baterías de cohetes con cabezas atómicas, dirigidos hacia los puntos neurálgicos del territorio de Estados Unidos.

La crisis se resolvió tras el desmantelamiento de las armas atómicas por parte de la URSS, y la promesa de Estados Unidos de no auspiciar ninguna agresión armada contra Cuba. Pero los centros de poder norteamericanos quedaron hondamente traumatizados, pues nunca antes habían confrontado una amenaza real a la integridad de su territorio.

Con esta escaramuza Nikita Kruschev humilló  a Kennedy, arrancándole el compromiso de Estados Unidos de no patrocinar ni permitir en el futuro ninguna agresión armada contra el régimen socialista de Cuba, como había sido la invasión de Playa Girón y Bahía de Cochinos. Un año más tarde, el 22 de noviembre de 1963, el presidente Kennedy caía asesinado en Dallas.

No se permitiría jamás un nuevo enclave de la Unión Soviética en el continente americano.

Bosch fué derrocado el 25 de septiembre de 1963, pero no fue hasta que Manolo Tavárez Justo se alzó en los frentes guerrilleros de Manaclas que el gobierno norteamericano se apresuró a reconocer al Triunvirato. Cuenta Fidelio Despradel que el 19 de diciembre de 1963 los guerrilleros vieron un enorme y sofisticado helicóptero de la marina norteamericana que sobrevolaba  sobre ellos, tratando de localizarlos. Dos días después Manolo y sus compañeros eran capturados por el ejército y ejecutados de inmediato.

Tras el inicio de la Revuelta de Abril de 1965 y el vacío de poder que se produjo, el gobierno norteamericano no vaciló en autorizar el desembarco de tropas en nuestro país.

Y en el marco de los acontecimientos de aquella guerra fría, asciende al poder en 1966 el Dr. Joaquín Balaguer. En su libro “Cómo los americanos ayudaron a Balaguer a llegar al poder”, Bernardo Vega afirma que independientemente de esta ayuda, estaba claro que la inmensa mayoría conservadora del país daría el triunfo a Balaguer frente a cualquier candidato.

Bienvenido Álvarez-Vega condena a Balaguer por su falta de interés en institucionalizar el país a lo largo de su dilatada carrera de ejercicio del poder.

Otros han exigido incluso que el proceso de institucionalización debía darse previo a cualquier  otra instancia. Pero resulta que no puede ser así, porque cada proceso material es el que desarrolla su propia superestructura institucional.

A mayor desarrollo material corresponde un mayor desarrollo de las instituciones jurídicas y políticas de la sociedad. El Estado no se organiza por sí mismo, es la sociedad la que organiza al Estado. Las instituciones surgen para regular lo que existe. El derecho, por tanto, no es previo a la sociedad.

Así, la democracia representativa es el marco institucional de la sociedad capitalista. La democracia no surge por generación espontánea sino como expresión de un estadio especifico de la sociedad que es el desarrollo capitalista.

El desarrollo institucional de una sociedad cualquiera no se produce al margen de una base material que lo sustente. Por lo tanto no puede haber institucionalidad sin un desarrollo material previo de la sociedad.

Lo que hizo Balaguer, su tarea imprescindible, fue crear la riqueza material sobre la cual debería descansar la futura institucionalización de la nación. Lo que hizo Balaguer fue crear las clases sociales demandantes de la institucionalización.

Bosch, por el contrario, pretendió instituciones que se adelantaron al desarrollo material de la sociedad de aquel tiempo. Fueron extemporáneas, y por tanto no pudieron ser asimiladas.

En el caso de Antonio Guzmán, su gobierno estuvo muy lejos de pretender la institucionalidad, porque lo que hizo fue desarticular el modelo desarrollista de Balaguer, retrasando el proceso de desarrollo material de la sociedad.

Antonio Guzmán produjo un vuelco al revés en la composición del gasto público, privilegiando grandemente el gasto corriente improductivo en contra de la inversión de capital, y ello creó una grave crisis económica que lo enfrentó con el empresariado.

Publicaciones Relacionadas