POR LEONOR ASILIS
El hombre llamado a someter la tierra, debe cuidarse de someterla, no devastarla porque la creación es un regalo de Dios y como tal, merece respeto. (Juan Pablo II)
El pasado 5 de junio fue dedicado mundialmente el Día del Medio Ambiente. La Iglesia, Madre y Maestra no es indiferente a este tema crucial que atraviesa toda la humanidad.
Los mundos de la ciencia y de la fe han tenido la oportunidad de encontrarse durante un seminario reunido en el Vaticano sobre el tema del cambio climático.
Del 26 al 27 de abril, el Pontificio Consejo Justicia y Paz reunió a científicos, políticos, teólogos y obispos sobre el tema «Cambio climático y desarrollo».
El papa Benedicto XVI agradeció a los participantes el reunirse para debatir sobre el cambio climático citando la importancia del principio de la doctrina social del destino universal de los bienes, y la necesidad de adoptar estilos de vida y formas de producción y consumo que respeten la creación y el desarrollo sostenible.
Cuando se habla de cambio climático, no se puede omitir la incuestionable labor de concienciación a nivel mundial que viene realizando el ex vicepresidente estadounidense Al Gore quien recibió el premio especial a la cinematografía y periodismo ambiental por su película «Una verdad incómoda», la cual advierte sobre la urgencia de detener el cambio climático. Es un documental que mueve a la acción. Lejos de ser pesimista, más bien, realista, entendemos que procura motivar a todos los seres humanos a aportar su cuota de cooperación en esta dirección.
En dicho filme resalta la diferencia visible entre la política ambiental entre República Dominicana y Haití donde en una foto de la frontera de ambos países se advierte el verdor de nuestras tierras. Verdor que debemos preservar y no eliminar como lamentablemente está ocurriendo en algunas áreas de nuestro territorio.
Verdor que augura el futuro de nuestros ríos, y con estos la perpetuación de nuestras aguas y por ende producción agrícola. Es preciso, que los dominicanos nos demos cuenta del valor incalculable de nuestra tierra, que la conservemos para nuestro presente y nuestro futuro. Aplaudimos la labor que hacen aquellos que luchan por esta causa y animamos a los que aun no se dan cuenta del tesoro que tenemos y podemos perder si nos descuidamos.
Nos hacemos eco de la Comisión Nacional de la Pastoral de Ecología y Medio Ambiente presidida por Monseñor Fabio Mamerto Rivas la cual hace un llamado en el Mensaje Episcopal por el Día Mundial del Medio Ambiente 2007, ante su justa preocupación por los grandes atentados que existen contra la naturaleza en nuestro país: la tala indiscriminada de árboles a menudo con permiso de las autoridades del lugar, el descontrol con los desechos sólidos y químicos, la falta de educación ambiental de los niños y adolescentes, el irrespeto a las áreas protegidas, el despilfarro de muchos indolentes que no les importa para conseguir dinero deteriorar y maltratar cualquier bien común.