El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez ha sido reiterativo en su firme posición de aplicar mano dura contra la delincuencia y su último llamado de apretar la tuerca, hecho frente al jefe de la Policía Nacional, es una expresión valiente y responsable ante la gravedad del problema.

Se ha demostrado hasta la saciedad que la delincuencia en sus diversas manifestaciones solo entiende el lenguaje de la represión y que para ello hay que apoyar decididamente los esfuerzos de la actual jefatura de la Policía Nacional, encabezada por el mayor general José Polanco Gómez, quien se ha ganado la confianza de los sectores más sensatos del país por su profesionalismo y rectitud.

La población dominicana clama a grito por una respuesta contundente frente al fenómeno de la criminalidad que ha tenido en los últimos tiempos un desbordamiento inusitado, y que la pasada semana cobró la vida de un teniente coronel de la uniformada, abatido cobarde y vilmente por manos asesinas.

El cardenal López Rodríguez está consciente que el delincuente no respeta ni tiene piedad de nadie ni de nada, que asesina, asalta, viola, crea terror y pánico social y hasta profana centros religiosos.

Por eso, su vigoroso rechazo y prédicas constantes para que se combata con energía el flagelo de la delincuencia cuenta con la absoluta simpatía de las grandes mayorías.

Los ingenuos que creen que la poderosa red del crimen organizado puede ser enfrentada con simples teorías y códigos de sociedades avanzadas están afilando cuchillo contra su propia garganta y ojalá que la serpiente de siete cabezas nunca toque su puerta.

Apretar la tuerca contra la delincuencia es una posición correcta y oportuna de parte del cardenal López Rodríguez un verdadero abanderado de la paz y tranquilidad del pueblo dominicano.