Apoyo irrestricto

Apoyo irrestricto

La condición de «Estado fallido» que el Fondo para la Paz, de los Estados Unidos, le ha querido atribuir a la República Dominicana, como pretexto para justificar quién sabe cuáles aventuras geopolíticas, entre las cuales cabría la de equiparar con fines ulteriores a nuestro país con Haití, acaba de encontrar en el Presidente Leonel Fernández una respuesta de Estado, categórica, puntual, merecida y que no deja lugar para interpretaciones.

La fijación de esta posición no es ociosa ni caprichosa, sobre todo si se tiene en cuenta que ha sido un proyecto bien manoseado el de procurar una solución para los problemas de Haití mediante fórmulas conjuntas, inaceptables desde todo punto de vista, con la República Dominicana.

Es más que oportuno el hecho de que el Presidente Fernández le haya salido al frente a este encasillado, divulgado hace unos días en la revista Foreign Policy (Política Exterior), de Washington. La fijación de posición se produce precisamente cuando se está en vías de un mayor activismo internacional, particularmente de Estados Unidos, para tratar de modificar y encauzar la situación de Haití.

–II–

No parece haber lugar a equivocaciones si se deduce que la condición de «Estado fallido» que se pretende atribuir a nuestro país parte, sin duda alguna, de una valoración insular, de conjunto, sobre el desempeño político, económico, social y geopolítico de La Hispaniola, isla de las Antillas Mayores que comparten dos estados muy diferentes desde todo punto de vista.

Lamentablemente, Haití es una nación extremadamente pobre, cuya vida institucional ha sido erosionada por el caos fomentado por grupos en disputa por el poder desde que se proclamó la independencia, en 1804, es decir, 40 años antes que la República Dominicana, con la cual no tiene rasgos comunes en materia cultural, idiomática, de costumbres, religión ni hábitos.

Aparte de compartir la misma isla, entre República Dominicana y Haití solo hay en común aspectos históricos muy específicos. Los problemas de ambos países guardan diferencias enormes y no parece haber manera de hacer coincidir el porvenir de cada uno en una ruta común.

–III–

El Presidente Leonel Fernández ha sido muy puntual al establecer que las abismales diferencias entre nuestro país y Haití imposibilitan que se pretenda una solución común, insular, como la que se derivaría de la aparente intención de encasillarnos como «Estado fallido» para equipararnos con nuestro vecino.

De manera expresa, el Presidente ha dicho que no aceptaría que nuestro territorio sea ocupado, en ocasión, diríamos nosotros, de una de esas aventuras geopolíticas que suelen jugarse desde las potencias. De manera tácita, entendemos, queda claro que con el mismo vigor se opondría a cualquier intento por hacer degenerar nuestras condiciones de vida económica, política y social, para justificar el equiparamiento con Haití y, por consecuencia, cualquier aventura.

En las circunstancias actuales, en estos tiempos de globalización, es oportuno recurrir al lenguaje que ha empleado el Presidente Fernández.

En eso, señor Presidente, tiene nuestro respaldo absoluto.

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