Apreciación de la moneda

Apreciación de la moneda

JOAQUÍN RICARDO
Las compañías que se dedican a la construcción de viviendas y locales comerciales se han paralizado debido a los altos intereses y al empobrecimiento acelerado del mercado que adquiere sus ofertas y, finalmente, las remesas que envían los dominicanos radicados en el exterior a sus familiares en el país están sujetas a variables poco prometedoras. Por ejemplo, en la Unión Europea hay quejas por la apreciación del Euro con relación a la moneda estadounidense, lo que limita las exportaciones de muchos países y, en consecuencia, su crecimiento. Si se produce un estancamiento, este conduce irremisiblemente al desempleo y esto afecta a nuestros compatriotas que ven mermadas sus posibilidades de enviarle dinero a sus familiares en la República.

A la situación descrita habría que agregar la difícil situación económica heredada, lo cual obliga al país a firmar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Independientemente de ser un mal necesario y de las distorsiones que pretende corregir, no podemos olvidar que la tarea asignada a esta institución por los congregados en Bretton Woods fue la de asegurar la estabilidad económica global. Para lograr esto el Fondo Monetario Internacional presiona a los diferentes países, a fin de que promuevan políticas económicas restrictivas, como recortar los déficits y aumentar los impuestos y/o los tipos de interés. Esto implica que debe prestarse suma atención no sólo a lo que el Fondo incluye en su agenda sino también a lo que excluye. Lo fiscal y sus efectos dañinos, -que ya los estamos sufriendo- está en la agenda; el incentivo a los productores nacionales por parte del Gobierno no está permitido. Hay dinero para rescatar bancos, especialmente si son extranjeros, pero no para mejorar la educación y la salud, y menos aún para crear nuevos empleos que remedien las pérdidas producidas por la aplicación de la gestión macroeconómica del Fondo Monetario Internacional.

Se crece, ciertamente, y así lo pregonan nuestras autoridades, pero ¿Se distribuye la riqueza de manera real y equitativa entre todas las capas sociales? A nuestro humilde entender, el gobierno promueve políticas que fomentan el crecimiento, pero apenas se sienten los efectos de las mismas sobre la pobreza, y otras, de hecho, la fomentan.

Por otro lado, el país también enfrenta un enorme reto con el Tratado de Libre Comercio firmado con los Estados Unidos de América y otros acuerdos similares suscritos con diferentes naciones.

Es mucho lo que los principales voceros económicos del gobierno hablan de la competitividad. Sin embargo, la liberalización comercial acompañada de altos tipos de interés solo merma el empleo; la liberalización del mercado financiero sin un marco regulatorio adecuado y funcional, sólo sube el tipo de interés y resta competitividad al sector productivo, y la privatización, reiteramos, sin políticas de competencia y vigilancia que impidan los abusos de los poderes monopólicos sólo hace que los precios al consumidor sean cada vez más altos.

Competitividad…..¡con la energía más cara del continente!. Por cierto, no se habla de la revisión de los contratos de suministro de energía, única solución real para una privatización interesada.

Educamos para competir en ciencias de la computación sin electricidad y sin los recursos humanos y físicos para el óptimo funcionamiento de un proyecto de esta naturaleza es como pretender que el río Ozama cambie su curso. Proyectos como este requieren de una infraestructura física y real que lamentablemente no poseemos por el momento.

Disfrutamos de un presupuesto que asciende a la enorme suma de dos cientos seis mil millones de pesos, de los cuales menos de un 10% será utilizado en inversiones de capital. En países como el nuestro, donde a pesar de lo realizado falta casi todo por hacer, ¿Qué podrá exhibir la presente administración con un porcentaje tan restringido dedicado a la realización de obras de infraestructura? Lo que resta del presupuesto está destinado al pago de la deuda y a la manutención de la hipertrofiada nómina de la administración pública. Veinticinco vicecónsules sólo en la Ciudad de New York. Pienso, con cierto dejo de tristeza, que detrás quedó la sabia enseñanza de la austeridad de Joaquín Balaguer.

Por otra parte, no pocos dominicanos perciben al gobierno como sumido en una inercia, como carente de iniciativas e incapaz de sacudirse de las políticas y las prácticas heredadas.

Reconocemos que la actual administración ha logrado la apreciación de la moneda nacional. El clima de confianza y el mantenimiento de políticas económicas restrictivas han contribuido a la referida apreciación. Sin embargo, la disminución en la tasa de cambio no se ha reflejado en los precios de los principales artículos de consumo masivo. La represa financiera del Banco Central alcanza los cientos quince mil millones. ¿Qué pasaría si hay una fisura en la misma?. De igual manera, no hay dinero circulando en las calles lo que limita aún más el poder adquisitivo de las clases más necesitadas.

Finalmente, nos preocupa la propensión al endeudamiento externo presente en la agenda del gobierno. Hasta la fecha, ha anunciado la toma de dos mil trescientos millones de dólares que se derivarían de la suscripción del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, de la concertación de los empréstitos con los Gobiernos de Brasil -el Metro- y de Venezuela, así como con empresarios españoles. Se habla, inclusive, de una nueva emisión de bonos para pagar la deuda externa y se trabaja en la aprobación de otra emisión para «capitalizar al Banco de Reservas y aumentar las reservas del Banco Central», es decir, pagar parte de la deuda interna lo cual, a nuestro modesto entender, podría debilitar a corto plazo la solvencia económica del gobierno y entrampar nuestra frágil economía.

Por lo expresado hasta aquí es que, insisto, se ve con aprehensión el rumbo que luce tomar el gobierno con la aplicación de su política fiscal y económica. Es a partir de las realidades que acabamos de mencionar de donde nace nuestra preocupación con relación al comportamiento económico del año que recién se inicia. Creo pertinente, en consecuencia, que se apliquen correctivos oportunos para evitar, y es nuestra más ferviente deseo, que la presente administración del Estado no termine como Diómedes quien, después de ser muerto por Hércules, fue devorado por sus propios caballos, pues de ser así perderíamos todos.

Actuemos en forma coherencia y decidida para contener la posibilidad de que esto se produzca, habida cuenta de que sus efectos arrasaría con la débil franja de esperanza que aún nos queda.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas