Apreda en Santo Domingo

Apreda en Santo Domingo

EDUARDO JORGE PRATS
Hace unos meses comentaba en esta columna mi conversación en Buenos Aires con Rodolfo Apreda, una de las autoridades mundiales en gobernabilidad. Licenciado en matemáticas, con estudios de maestría en ciencias políticas y doctor en economía por la Universidad de Buenos Aires, Apreda es un verdadero hombre del Renacimiento, con una formación humanista, que le ha permitido contribuir a cerrar la brecha entre dos campos del conocimiento estrechamente vinculados pero históricamente separados: la gobernabilidad pública y la gobernabilidad privada. Por fin, gracias a los auspicios de un banco privado, los dominicanos hemos podido beber directamente de la fuente del conocimiento del autor de diversos libros y artículos sobre el tema y quien se desempeña en la actualidad como director del Centro para el Estudio de la Governancia del Sector Público y del Sector Privado en la Universidad del Cema en Argentina.

Apreda ha charlado con estudiantes de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), con directores y ejecutivos de la banca y con abogados de los cursos de Gaceta Judicial. En sus conferencias y conversaciones ha tratado de aclarar la semántica de la gobernabilidad y el resultado ha sido el de iluminar la íntima conexión entre el nivel de gobernancia del Estado y el de gobernabilidad en las corporaciones privadas. Y nos ha dejado con una nota de alerta que esperamos sea temprana: allí donde impera la corrupción, el clientelismo partidario, el dispendio presupuestario, la dependencia judicial, la politización de la regulación económica y la confiscación fiscal no puede haber buen gobierno corporativo. Es más: todo esto contribuye a que el Estado sea capturado aún más por los partidos y el sector privado.

El fundamento teórico de las tesis de Apreda es el resultado de un esfuerzo interdisciplinario que mezcla los resultados de investigaciones provenientes de las finanzas, la economía, el derecho, la politología, la filosofía y la sociología. Siguiendo su pensamiento podemos ver cómo las asociaciones sin fines de lucro se convierten en asociaciones de lucro sin fin, cómo la persecución de la renta es visible en entidades públicas pero también privadas y cómo mediante el “tuneleo” los recursos del Estado y de las empresas van a parar a manos de funcionarios del Estado y de las corporaciones. El trasfondo de este cuadro perverso es una “democracia fraudulenta” que se define como aquella “al servicio de un partido político, de un gobierno, o de un grupo de poder mafioso, para su propio beneficio”.

La gran lección de Apreda en Santo Domingo es que no podremos acometer las tareas del buen gobierno en el sector privado si simultáneamente no emprendemos la reforma del Estado, vale decir, el sometimiento del Estado a la legalidad vía la judicialización del control de la Administración y la protección efectiva de los derechos fundamentales de los ciudadanos; la adopción de buenas prácticas fiscales; la responsabilidad de los representantes del pueblo por el cumplimiento del mandato electoral; la publicidad, transparencia y competitividad de las adquisiciones de bienes y servicios por parte del Estado; y el acceso de los ciudadanos a la información pública, lo cual previene que la discrecionalidad administrativa no se vuelva arbitrariedad.

La reforma para la gobernabilidad pública, base para el buen gobierno privado y para mantener la confianza de los inversores nacionales y foráneos, sólo puede emprenderse “reconociendo los disensos, la oposición, y el derecho a rechazar políticas en el marco de la discusión responsable”. Esto requiere voluntad política y evitar “la demonización de los adversarios” y “un discurso peligrosamente autoritario”. 

El tiempo se acorta para esta reforma en República Dominicana. Hemos comenzado el siglo XXI en condiciones similares a las que caracterizaron el inicio del siglo XX con el antecedente del DR-CAFTA: la Convención Domínico-Americana. ¿Podremos hacer las reformas por nuestra propia cuenta o tendremos que esperar la llegada de los marines o de un jefe que nos engañe con sus soluciones mágicas y autoritarias? Creo que, a partir del 16 de mayo, podemos reconstruir el sistema partidario, llevar el Estado a su propia legalidad y consolidar las bases de nuestro desarrollo social y económico, sin renunciar a la democracia y a los derechos y sin caer embrujados por las hipnosis colectivas de siempre.

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