Aprenda a fomentar en sus hijos una educación en valores

Aprenda a fomentar en sus hijos una educación en valores

«La sinceridad y la humildad son dos formas de designar una única realidad» (David Isaacs, 1981). Éstas se basan en el conocimiento de uno mismo y en la correcta autovaloración. Ser humilde exige e implica ser sincero con uno mismo para poder reconocer los propios defectos y virtudes, las potencialidades y limitaciones. A  través del conocimiento de sí mismo, el niño logra aceptarse tal como es y llega a quererse. Este proceso es fundamental para lograr una alta autoestima. A veces, el niño puede faltar a la verdad por fantasía o exceso de imaginación.

 El docente debe entonces intentar que distinga entre lo real y lo imaginario. También un niño puede mentir por miedo a las consecuencias o por inseguridad, lo cual delata una falta de confianza en sí mismo o en la autoridad.

Otra posibilidad es que diga mentiras por aparentar más de lo que es, lo que implica una poca aceptación de sí mismo y por ende una baja autoestima.

¿Cómo fomentar la sinceridad y la humildad en el niño?.  Permitir que el niño se exprese libremente. No catalogar al niño de mentiroso en el caso de que falte a la verdad, pero tampoco aceptar la mentira. Acompañarlo en el descubrimiento de sus capacidades y limitaciones. Ayudarlo a que reconozca con objetividad lo que hace bien y lo que hace mal. Ayudarlo a forjar una alta autoestima basada en el correcto autoconocimiento. Inculcar en el niño una visión positiva del error como una posibilidad de rectificarse y mejorarse.

Aceptación.  Ésta surge de la libertad bien entendida. Muchos piensan que la libertad es una posibilidad de elección o de decisión. Sin embargo, la vida muchas veces nos presenta situaciones en las cuales uno no puede optar (la necesidad de trabajar, el sufrimiento, la llegada de un nuevo hermano, un compañero que no me agrada, un defecto o limitación).

Aprender a aceptarse es un valor de doble beneficio

Una persona verdaderamente libre es aquélla que logra desarrollar la capacidad de aceptación: de uno mismo, de los demás, de normas y reglas prestablecidas, de situaciones que no se pueden cambiar.

La aceptación no significa resignación, aunque muchas veces supone la renuncia de sí mismo, de gustos y emociones. La aceptación implica una elección (libertad) y una autovaloración y apertura a los demás (amor).

Debemos tomar una actitud activa y optimista frente a las situaciones que debemos afrontar: aceptación también implica mejorar aquello que es posible.

Los docentes y padres deben ayudar a los niños a aceptar también el sufrimiento en lugar de evitárselo.

La mejor manera de prepararlos para lo que la vida les depare en un futuro es ayudarlos desde pequeños a superar los problemas y afrontar los sufrimientos en el ambiente de seguridad y amor que les brinda tanto la familia como la escuela.

Es importante mostrar al niño que él tiene la libertad de aceptar con alegría los cambios, aprender a quererlos.

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