¡Aprendamos de las cúpulas!

¡Aprendamos de las cúpulas!

FIDELIO DESPRADEL
La prensa de hoy nos informa que «acuerdan buscar consenso para TLC y reforma fiscal». Sonrisas, abrazos, figureo. ¡Todo el mundo contento! Los que nos planteamos la inmensa tarea de coadyuvar a la construcción de una Propuesta Política Alternativa, tan necesaria para poder soñar con cambiar el rumbo fatal hacia donde han venido empujando nuestro país, deberíamos aprender de las cúpulas, que no sólo tienen la capacidad de convertir en sentido común lo que sólo es beneficioso para sus intereses particulares, sino que arrastran, en esa marcha triunfal, a «mansos y cimarrones», vendiéndole al país la idea de que todo «anda bien».

La firma del TLC y los acuerdos que se alcancen alrededor de la reforma fiscal y las medidas de «compensación» a los productores, son aspectos de primer orden para el futuro de cada uno de los habitantes de la República. Sin embargo, las cúpulas sociales y políticas son el único sector en el país que ha demostrado capacidad para alcanzar «consensos», sobre la base exclusiva de la defensa de sus intereses, que en ningún caso son los intereses de la mayoría del país ni de la Nación dominicana como ente soberano.

Ellos (las cúpulas) tienen un olfato altamente entrenado para identificar los temas que afectan sus particulares intereses, y reaccionan con presteza ante cada señal.

Ellos (las cúpulas) tienen muy claras sus banderas y reivindicaciones, y no sólo las defienden con uñas y dientes sino que le hacen ver al país que estas banderas y reivindicaciones son las banderas de todo el país. O sea: ¡la salvación de la Patria!

Ellos (las cúpulas) compiten, se tiran a matar en esa competencia, se ponen zancadillas, se espían unos a otros, pero a la hora de presentar un frente común para la defensa, hombro con hombro, de sus intereses vitales, se asemejan a un coro de ángeles, sin ningún tipo de fisuras.

Ellos (las cúpulas) conocen todos los resortes del poder; conocen al dedillo qué teclas tocar para movilizar cualquiera de estos resortes; conocen las debilidades de los funcionarios, con qué música baila cada quien.

Y algo muy importante: cada grupo tiene sus favoritos, pero a la hora de «consensuar», de «negociar», tienen sus pesos pesados, y tienen un negociador supremo, que es capaz de convencer a cualquiera de que el veneno que le están ofreciendo es una especie de refresco de avena.

¡No se equivocan nunca a la hora de defender sus intereses! ¡Tampoco improvisan!

¿Y el movimiento social? ¿Y las organizaciones progresistas y de izquierda? ¿Y los hombres y mujeres progresistas, que por razones diversas tenemos algún grado de influencia? ¿Y los centenares de productores nacionales, de la ciudad y del campo? ¿Acaso actuamos con la misma presteza y la misma eficiencia que las cúpulas que dominan la vida política, social y económica del país? ¿Acaso hemos establecido un orden de prioridades para los problemas a que se enfrenta la Nación y su pueblo? ¿Y los métodos para enfrentar estos problemas?

Lo que pasa es que los responsables del desastre hacia donde ha sido empujado el país son lo que tienen una agenda clara, unos intereses bien definidos, una actitud de «no perder un minuto», unos negociadores que son «cuarto bate» en cualquier liga; tienen, además, la inteligencia de no «jalarse los moños» cuando no les convine; o sea, actúan hombro con hombro cuando sus intereses así lo demandan.

El caso del TLC, de la reforma fiscal y de las medidas compensatorias para los productores nacionales (que son decenas de miles) así lo atestigua. Y mientras ellos actúan con tanta presteza, nosotros estamos gesticulando; jalándonos los moños; neutralizando las iniciativas que no provengan de nosotros mismos. En fin, actuando de espaldas a los intereses de las grandes mayorías y de la Nación.

Pero lo importante no es quejarnos ni darnos golpes en el pecho sino de reaccionar y recuperar el tiempo perdido.

Reforma fiscal, estructura y naturaleza de los impuestos, medidas compensatorias a los productores, TLC, y muchos otros temas que están en la agenda nacional, son temas sobre los cuales podemos actuar con presteza, a sabiendas de que si lo hacemos correctamente, es posible recuperar el espacio perdido.

¡Aprendamos de las cúpulas! ¡Aprendamos de ellas, para, a diferencia de ellos, defender los intereses populares, de los productores y de la Nación!

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