No hay ninguna posibilidad de que los golpes hagan bien: además, están asociados a maltratos psicológicos, insultos, descalificaciones, porque cuando el papá o la mamá pega, como está asociado a una emoción, casi siempre los golpes vienen con frases como ‘eres un inútil’, ‘eres un tonto’ o ‘hasta cuándo me mortificas'».
Es muy importante que entendamos que nadie aprende a golpes: «Si le das una nalgada a tu hijo hoy, mañana tendrás que darle dos». Los niños suelen adaptarse a las situaciones.
Siglos de cultura por imposición, hacen que la lucha por eliminar el castigo corporal como método de educación, sea parecida a las conquistas que han ganado las mujeres por la igualdad de género. Pero yo espero que poco a poco se empiecen abrir espacios en las leyes y en la conciencia de las personas. ¿Por qué? Porque definitivamente los golpes sólo modelan violencia. Muchas veces vemos que cuando a un niño se le golpea, se le dice: es por tu bien, así que no te enojes, porque si te pones insolente te pego de nuevo, ese niño tiene que reprimir mucho. Y como el niño no puede vivir sin sus padres y decir: ya me han pegado mucho, así que me voy; comienza a justificar la conducta de sus padres y piensa: «Me pegan porque soy malo».
Es muy importante recalcar que poner límites es diferente a golpear, los especialistas hemos coincidido en que muchas veces, los golpes se confunden con los límites. Que los padres creen que cuando les dicen que no les peguen a sus hijos les están diciendo que no hay que ponerles límites. «Pero sí hay que ponerles límites, con firmeza, pero sin golpes. Y eso requiere mucha paciencia, perseverancia y creatividad.
Cuando regañe o castigue a su hijo no olvide que la sanción debe ser justa y de inmediato debe tener una explicación, teniendo en cuenta que el castigo físico y las palabras ofensivas dañan la auto estima del niño, enseñándolo a actuar con violencia y convirtiéndolo en un niño triste. Un niño educado con límites y normas claras es un niño feliz.
Nos encontramos muchas veces con la situación de que cuando los padres están muy enojados castigan más seriamente y son más propensos a ser verbalmente y/o físicamente abusivos con sus niños/as, pero hay épocas en que necesitamos llevar las circunstancias con más calma, y contar hasta diez antes de reaccionar, puesto que la disciplina es básicamente enseñar al niño cómo debe comportarse.
Ponga límites firmes, y reglamentos según sean necesarios, ya que mientras un niño no tenga casi dos años, los adultos son completamente responsables de su seguridad y su comodidad y de crear las condiciones que animen su buen comportamiento. Después de los dos años, los adultos todavía siguen siendo responsables de su seguridad, pero poco a poco pueden empezar a transferirle la responsabilidad de comportarse bien al niño mismo. Esto le desarrolla los fundamentos de la autodisciplina.