Aprender a quererse uno mismo

Aprender a quererse uno mismo

Debemos analizar si nuestro peor juez es el espejo, porque de ser así puede que tengamos una imagen distorsionada de nosotros mismos. Por eso es necesario detectar si tenemos algún tipo de complejo que nos impida ser feliz, ya que los complejos son respuestas que genera nuestra mente ante una discapacidad o una diferencia con los demás.
Psicológicamente, un complejo es un sentimiento que domina la conducta de una persona sin razón consciente y que encuentra sentido en una situación del pasado que dejó una huella permanente. Por lo cual, para quienes tienen percepciones distorsionadas o imágenes exageradas de sí mismos, los complejos resultantes de esos trastornos les impiden conseguir fácilmente sus objetivos porque los llevan a ponerse trabas, a dejarse dominar por el miedo y a temer avanzar. Generalmente esto ocurre porque al compararnos con otras personas o con esos modelos que la sociedad impone, vienen repentinamente pensamientos que nada tiene que ver con la realidad, que los desvanecen totalmente y los vuelven inseguros.
Estos complejos pueden llegar a influir y condicionar la vida de quien los padece, incluso pueden impedir disfrutar de determinadas cosas o llegar a limitar, porque uno de los factores que más influyen en la formación de un carácter acomplejado es el entorno familiar, la falta de apoyo y atención por parte de ellos hará que el niño, por ejemplo, crezca con una baja autoestima.
Es preciso conocer que existen dos tipos de sentimientos de inferioridad: los innatos y los adquiridos. Con los sentimientos innatos nacemos y son los que conforman nuestra personalidad. Pero los sentimientos adquiridos se crean con el tiempo y son fomentados por el entorno social y cultural, por estar demasiado pendientes del “qué dirán”.
A veces vemos cómo hay casos en los que el acomplejado procura disfrazar su problema y adopta actitudes defensivas, en las que aparecen gestos altivos, despectivos y altaneros, insolencia, falta de respeto y tiranía hacia los demás. Como en otras ocasiones, la persona acomplejada recurre a la provocación con actitudes llamativas o ropas extravagantes.
Lamentablemente es más común de lo que quisiéramos, el que nos encontremos con personas atormentadas, amargadas, que se sienten incómodas y que rechacen los cambios naturales de la vida. Y de ahí el que los complejos físicos sean tan difíciles de asumir, porque vivimos en una sociedad marcada por lo superficial y lo físico, que a menudo no busca más allá, en el interior de las personas. Olvidamos, que la apariencia física es secundaria a cómo uno impacta como persona completa, priorizándose el estilo y el don de gente.
Por lo cual, debemos aprender a querernos y reconocernos esos aspectos positivos que tenemos.

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