La economía mundial siempre crece, dependiendo del petróleo se mueve entre dos límites, según las estadísticas desde la segunda mitad del siglo XIX que he revisado. Los picos y caídas del crecimiento económico generados por los cambios de precio, que pueden durar poco o mucho, suelen compensarse en el largo plazo, para un neto que por país podría ser positivo o negativo, dependiendo de si se han hecho o no reformas estructurales.
La historia nos enseña que debemos ver el petróleo como un juego de suma cero, cuando se encarece, ganan productores y los consumidores se endeudan. Cuando se abarata, los consumidores no aprovechan el ahorro y el tiempo para las reformas, que ponen la economía en condiciones de soportar el encarecimiento del crudo sin endeudamientos externos excesivos.
En los ochenta, la teoría no estaba clara para los Organismos Internacionales y los economistas, así que no podemos culparnos de los errores en la política económica. Revisemos la historia. En los setenta el petróleo estaba relativamente barato y no hicimos las reformas estructurales que aconsejaba la circunstancia. Por el barril pagamos un precio medio de US$9.70, creciendo la economía a una tasa media anual de 7.11%, con desequilibrios en el presupuesto del gobierno y las cuentas corrientes, respecto al PIB promedio 1.48% y 5.37%, respectivamente. Duplicamos cada tres años y cuatro meses la deuda pública externa creció a una tasa anual de 21.35%.
Con el aumento del petróleo cambió el ciclo económico mundial en los ochenta, y los consumidores se convirtieron en perdedores. El barril de petróleo subió 152%, pagamos un precio medio de 9.70 dólares en los setenta y 24.42 dólares en los ochenta. El crecimiento económico se ralentizó a 2.95%, con déficit fiscal y en la cuenta corriente de 1.77% y 3.37% respecto al PIB, respectivamente. El gobierno mantuvo el modelo de financiar con deuda externa el exceso de gasto público, el endeudamiento anual aumentó 12.34%, muy por encima del crecimiento nominal de la economía.
Ahora no tenemos la excusa del desconocimiento de la teoría, el crudo costaba 108 dólares en el verano de 2014, y por exceso de oferta inició un descenso del que no se desvió hasta los 27 dólares en enero 2016. En las últimas semanas se situó entre 45 y 50 dólares, lo que debe verse, como sucedió en los ochenta, como el regreso del ciclo donde pierden los consumidores y ganan los productores.
El gobierno ha dicho que no redujo la tarifa eléctrica en la proporción en que cayó el petróleo porque usó el ahorro de los últimos dos años en el financiamiento de la central termoeléctrica Punta Catalina. Creo que el argumento es interesante, para que sea valido debe demostrarlo con números y explicarlo con palabras sencillas, para que lo entienda el gran público.
Además, debe evitar que el aumento del petróleo neutralice el ahorro que logramos con la caída, convocando a empresarios y partidos de oposición para diseñar de manera consensuada la reforma fiscal integral. A fin de poner las finanzas públicas en condiciones de pagar los intereses de la deuda, financiar el aumento del gasto en salud, así como reducir y estabilizar la deuda pública total en el mediano plazo.