El profesor Juan Bosch fue una figura tan legendaria y sui géneris que no existe posibilidad alguna, de que esta generación ni la próxima puedan valorar en su justa dimensión el alcance proverbial de su capacidad ni la grandeza de su pensamiento filosófico. El maestro, había advertido y atacado con meridiana profundidad sobre los bacilos que generaban la creación y propagación de grupos en el seno de los partidos; sobre todo el en PLD. En virtud de ello, en 1973 tras su salida del PRD y previo a la creación del PLD entrevistado por Emma Tavarez Justo para la revista ahora dijo que, “un partido no es ni será lo que sean sus masas, sino sus dirigentes”.
Una Transmutación Degenerativa.
El partido de la Liberación Dominicana ha sufrido una variopinta metamorfosis que muchos de sus detractores hoy externan un resentimiento satírico, pululando la idea de que Juan Bosch no fue un maestro; sino, la reencarnación del Dr. Víctor Frankenstein. Al parecer, sus enseñanzas, su filosofía de vida y el modelo prístino de su accionar fueron dejados junto a su féretro en el cementerio de La Vega o tirados en el retrete más cercano. Es muy cierto que en política no se vive ni se triunfa con las añoranzas del pasado, pero ¡San Antonio! cómo es posible que llegaran a un deterioro de tal magnitud que se convirtieron en la antítesis axiológica de todo lo que enarbolaban.
En efecto, desde el congreso Juan Pablo Duarte hasta el Juan Bosch se vivió bajo un liderazgo patriarcal y conceptual. Desde el Kasse Acta hasta el Norge Botello un liderazgo vertical amparado en la creación de grupos, y hoy su liderazgo está fundamentado en un coliseo nominal en el cual todos son gladiadores romanos dispuestos a matar a sus compañeros, bajo la única premisa de la sobrevivencia y consolidación particular. Por tal razón, dentro de esa lógica omnímoda cuasi-todos están dispuestos a quedarse tuertos solo por ver a sus compañeros ciegos. Es un accionar tan absurdo e infructuoso que las contiendas internas son más virulentas y detractoras que las articuladas contra sus opositores.
Muertos de Éxitos.
Los triunfos sucesivos del PLD desde el 2004 han enloquecido a tantas personas; que solo falta que cambien la estrella amarilla por la otrora águila imperial romana. Fruto de ello, hoy los dirigentes de ese partido solo ven en blanco y en negro; en ganancias y pérdidas que se escudan bajo el neologismo de corrientes para la legitimación del odio contra sus propios correligionarios. A tal punto, que la Necropolítica del filósofo y cientista político camerunés Achille Mbembe está viviendo en el PLD en franca simbiosis con una inerte y retorica fábula parroquiana contentiva en las añoranzas de un boschismo maltrecho y carente de discípulos reales.
Asimismo, el PLD de hoy también está caracterizado por un inconmensurable grupo de pelafustanes propios de la masificación o cualquierización y, otro importante segmento de intelectuales del siglo XV que están convencidos de que el PLD es inexpugnable. Son esos desvaríos endógenos los que tienen hoy a ese partido viviendo la misma conflagración de los Hatfield y los McCoy. Y, los que tienen en peligro la permanencia en el poder de esa organización. Los delirios de Nerón están tan incrustados en el PLD; que tienen a miles confundiendo la pupú con la mantequilla y otros, que ignoran que como dijo Francis Underwood “no es casualidad que la palabra Urna se use en política y también en las funerarias”.