Apresan 50 rebeldes

Apresan 50 rebeldes

MOSCÚ (EFE).- Rusia asestó ayer un golpe a los separatistas chechenos con la detención de 50 rebeldes, mientras se confirma la magnitud de la corrupción de los funcionarios que dio pie a la matanza de Beslán.

   Según fuentes militares, citadas por la agencia Interfax, este grupo planeaba ataques terroristas en la vecina Daguestán, con la intención de desatar el odio interétnico en todo la región del Cáucaso Norte.

   «La banda recibió 500.000 dólares por organizar una operación terrorista en Daguestán», señaló Sulim Yamadayev, capitán del batallón «Este» del Ejercito ruso, especializado en el combate en las áreas montañosas de esta explosiva región.

   La operación, que fue lanzada tras la matanza en la escuela de Beslán, se prolongó por espacio de una semana en los distritos chechenes de Gudermés, Shelkovsk, Kurchaloi y Nozhai-Yurt.

   Además de rebeldes, el Ejército arrestó a seis funcionarios de los servicios de seguridad, que se encuentran en un centro de detención del Ejército y están siendo interrogados.

   Durante la operación el Ejército ruso requisó 30 rifles de asalto, cuatro lanzagranadas, 20 kilogramos de explosivos, varios rifles de precisión, 16 minas antipersonales, gran cantidad de munición y dos balsas neumáticas.

   El hospital de Budennovsk en Daguestán fue escenario en 1995 de la primera operación de secuestro masivo por parte de Shamil Basáyev, el terrorista más buscado por el Kremlin y considerado el cerebro de la toma de rehenes de Beslán.

   Ante la posibilidad de que esa ciudad sea el detonante de futuros enfrentamientos étnicos en el Cáucaso Norte, Ruslán Aushev, ex presidente de Ingushetia y mediador en Beslán, exhortó hoy a las autoridades de la zona a «hacer todo lo posible para prevenir la propagación del terrorismo».

   Las fuerzas de seguridad rusas se encuentran en el ojo del huracán tras permitir la incursión de comandos terroristas en Osetia del Norte, territorio hasta ahora vetado a los separatistas chechenos.

   El caso más sangrante es el de Ali Taziyev, antiguo oficial de la policía ingush que fue dado por muerto, y que es considerado el jefe del comando terrorista de Beslán y del grueso de 500 rebeldes chechenos que atacaron varias aldeas ingushes en junio pasado.

   Al parecer, señala el diario «Vremia Novostéi», Taziyev utilizó un pasaporte falso que le identificaba como Magomed Yevloyev, terrorista conocido como «El Coronel», que fue abatido por las fuerzas de seguridad el 28 de junio pasado.

   Según el rotativo «Russki Kurier», dos de los secuestradores de Beslán, Nur-Pashi Kulayev y Mairbek Shaybekkhanov, fueron también arrestados por la policía y liberados poco después tras sobornar a la policía.

   Además, gran parte del arsenal utilizado por el comando terrorista durante el secuestro en la escuela noroseta procedía de los almacenes del ministerio del Interior ingush asaltado por el grupo liderado por Taziyev.

   Otros cuatro oficiales de policía fueron arrestados por los servicios de seguridad por ayudar a los rebeldes a entrar en Ingushetia, uno de los cuales almacenaba libros y folletos sobre el wahabismo, corriente radical del Islam vinculada con Al Qaida.

   «Hemos dejado que la corrupción se extienda a la esfera judicial y de seguridad», reconoció Vladímir Putin en su mensaje televisado a la nación tras la crisis de Beslán.

   La corrupción ya jugó un papel fundamental en la voladura de varios edificios de apartamentos en Moscú en 1999, cuando un policía hizo la vista gorda al paso de un camión con seis toneladas de hexógeno, un explosivo de gran potencia.

   Otro policía en Moscú fue sentenciado a siete años de cárcel después de conceder un permiso de residencia en la capital rusa a una de las participantes en el secuestro del teatro de Dubrovka, en 2002.

   Según una encuesta realizada por el prestigioso Centro para el Estudio de la Opinión Pública, un 34 por ciento de los rusos culpa a las fuerzas de seguridad de lo ocurrido en Beslán, mientras un 33 por ciento centra sus acusaciones en los terroristas.

   En una muestra del pánico que se ha apoderado de la sociedad rusa, un 23 por ciento de los encuestados considera posible que Rusia sea escenario de atentados similares a los que golpearon Estados Unidos el 11 11 de septiembre del 2001.

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