Aprobación tácita del líder y críticas opositoras al pacto nuclear en Irán

Aprobación tácita del líder y críticas opositoras al pacto nuclear en Irán

Los ministros de Exteriores de Irán y Rusia y el secretario de Estado de Estados Unidos, entre otros, posan para la foto, archivo

Teherán, Irán.  día siguiente de alcanzarse en Viena el histórico acuerdo sobre el programa nuclear iraní, hoy empezaron a aflorar en Irán las dudas sobre el contenido del documento, que, al menos tácitamente, recibió el apoyo del líder supremo del país, Alí Jameneí.

En una reunión con el presidente, Hasán Rohaní, y su equipo de Gobierno, la máxima figura política y religiosa de Irán, y cuya palabra es la última en todo asunto público en el país, agradeció los “esfuerzos sinceros” y el “duro trabajo” de los negociadores de Viena.

Esta tímida referencia positiva de Jameneí, la primera y de momento la única que ha hecho públicamente tras el anuncio del acuerdo, permite suponer que acepta el documento, tal y como aceptó respaldar al equipo negociador en las largas conversaciones con el Grupo 5+1 (EEUU, Francia, China, Reino Unido, Rusia y Alemania) pese a su reiterada desconfianza en los gobiernos occidentales.

Se espera que el próximo sábado, con motivo de la celebración del día del Eid, la fiesta que marca el fin del mes sagrado de ramadán, el líder dé un discurso en el que abordará el asunto, una auténtica “revolución” para la geopolítica regional y mundial cuyas consecuencias en la política interna pueden ser incalculables.

Tras una jornada de reconocimiento generalizado por el acuerdo, miles de personas salieron por la noche a las calles para celebrar y alabar el trabajo realizado por los negociadores, particularmente el ministro de Relaciones Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, cuyo equipo fue recibido con honores a su llegada hoy a Teherán.

Pero también aparecieron las primeras críticas entre los más recalcitrantes enemigos a un acercamiento con Occidente.

El más crítico fue el director del periódico extremista “Keihan”, Hoseín Shariatmadarí, muy próximo al líder y quien, sin atreverse a atacar directamente el pacto, alertó sobre “las serias diferencias» entre la interpretación del acuerdo de Viena del presidente estadounidense, Barack Obama, y la de los funcionarios iraníes.

Shariatmadarí apuntó, sobre todo, al levantamiento de sanciones a Irán, que según EEUU se eliminarán poco a poco, lo que entra en “una incoherencia obvia con las líneas rojas” del país.

El editorialista también resaltó que las palabras de Obama sobre las inspecciones significan, a su juicio, que se llevarán a cabo “cuándo y dónde quieran”, algo inaceptable para la República Islámica.

Shariatmadarí expresó su temor a que “se repita el tema de las diferentes interpretaciones del acuerdo de Lausana” y que Irán se enfrente a “un nuevo truco” de los estadounidenses.

Así, pidió que el Parlamento iraní, que tiene que aprobar el documento para que tenga validez, lo revise con severidad para “eliminar estas interpretaciones y conceptos erróneos” y que los artículos se presenten “de un modo claro e inequívoco».

Desde el Parlamento, algunos “halcones” como Alireza Zakani expresaron dudas sobre el acuerdo y, sobre todo, de la alegría de sus partidarios y del apoyo expresado al Gobierno de Rohaní.

“En este momento, alimentar la polarización política dañará la seguridad nacional.

Crear un ambiente de extrema polarización, que no todos los partidos ven con buenos ojos, y dar preferencia a intereses partidarios sobre los nacionales puede dañar al sistema”, denunció el legislador.

Sin embargo, las críticas no pondrán en peligro la aprobación del texto y, como señaló a la televisión el conservador Mohamad Reza Bahonar, “al contrario que en EEUU, ningún enfrentamiento infectará el Parlamento” a la hora de tratar este asunto.

El acuerdo alcanzado ayer en Viena, que pone fin a 13 años de desencuentros de Irán con la comunidad internacional, ha sido interpretado por Teherán como “un nuevo comienzo” de las relaciones de su país con el mundo.

El pacto recoge el derecho iraní a tener una industria atómica propia, si bien severamente limitada y controlada para que no pueda desviarse a fines bélicos, al tiempo que elimina las sanciones que lastran la economía del país.

 

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