Aprovechando el potencial del servicio exterior

Aprovechando el potencial del servicio exterior

En varias ocasiones me he referido a las potencialidades presentes en el servicio exterior de un país. No se trata de una institución sin relevancia práctica, ni mucho menos un escenario para saciar apetencias y necesidades clientelistas. Si así se enfoca se provoca un doble efecto; va a absorber una partida de cierta importancia en el presupuesto nacional sin que llegue a significar nada para la economía nacional como no sea gasto y, por otro lado, se están desperdiciando oportunidades políticas y económicas que un servicio exterior profesionalizado identifica y potencia. El servicio exterior no es mero figureo, lindos viajes y participar en cocteles. No puede ser visto como un simple destino para “premiar” lealtades o alejar personalidades, ni mucho menos para cumplir formalmente con lo establecido. Para las funciones del servicio exterior se requiere personal muy bien entrenado que pueda responder a las expectativas de una política exterior sabiamente definida en función de una estrategia política y económica. Así lo hacen con mucho éxito las naciones desarrolladas y otras no desarrolladas pero que han profesionalizado a su personal diplomático. No podemos desconocer que en todos los países del mundo, por intereses específicos con los países donde se nombran, se designan funcionarios como embajadores que no proceden de la carrera diplomática aunque su equipo de trabajo sí debe ser ducho profesional en el área. Sin embargo, los países más profesionalizados establecen límites. Un ejemplo: Ecuador solo puede nombrar por intereses políticos al 25% de sus embajadores, el resto tiene que ser de carrera los cuales para alcanzar ese rango deben haber estado más de 20 años trabajando en el Servicio.
De un tiempo para acá en este país se ha avanzado mucho. Encontramos todavía algún nivel de improvisación en personal que se escoge para cargos de las oficinas diplomáticas pero reciben un entrenamiento adecuado dentro del instituto de estudios diplomáticos que ha ido perfeccionando la Cancillería. Esta tiene, ineludiblemente, que seguir trabajando en forjar la excelencia de su personal en el servicio internacional de manera que pueda cumplir con las expectativas de la Política Exterior de la nación. El mismo Ministerio de Defensa ha establecido que la oficialidad que vaya a cumplir las funciones de agregados militares en países donde se ha abierto esa función, por necesidades, debe cursar un Diplomado de más de 100 horas. El Gobierno dominicano parece haberse orientado a darle al equipo diplomático nacional el instrumental imprescindible para potenciarlo. Ello implica identificar prioridades certeras, como regiones prioritarias, enfatizar el esfuerzo comercial en lo que constituye nuestro mercado natural – en nuestro caso el Gran Caribe -. Pero los objetivos comerciales son globales y para ello las embajadas deben contar con personal idóneo como acaba de anunciar que se está preparando.
Cuando hay un funcionario bien entrenado, objetivos de política exterior correctamente definidos y una institución que espere y exija resultados, el financiamiento del servicio exterior pasa de ser un gasto para convertirse en una inversión con muchas potencialidades.

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