Al margen de los bien fundados temores sobre los daños que causan las guerras comerciales a la economía global, a la República Dominicana se le abren muy buenas oportunidades para aumentar sus exportaciones y recibir un mayor flujo de inversiones tras la imposición por parte del presidente Donald Trump de aumentos arancelarios de 25% a México y Canadá, así como del 10% a China, en una inequívoca demostración de su convicción de que «los aranceles son lo mejor que se ha inventado” y de que sus prometidos propósitos de hacer de ellos la principal arma en la política comercial de Estados Unidos son reales y no sólo amagos para entretener al auditorio.
Está al alcance incluso del promedio saber que los costos de los productos a los que se aplica un aumento arancelario se incrementan en mercado de destino y, en consecuencia, su venta se dificulta ante la competencia de los productos de otros países que no han corrido igual suerte, como es el caso de los productos de la República Dominicana.
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Eso hace que los productos de los países que han quedo fuera de la guerra comercial ganen competencia, sin esfuerzo alguno de mejora de competitividad, sino como resultado de la pérdida de competencia de los productos de los países afectados por los aumentos arancelarios.
La ventaja se hace mayor si los países intocados son partes de un acuerdo que dan un tratamiento preferencial en el mercado de Estados Unidos, como el DR-Cafta, del cual nuestro país es signatario.
Mientras los exportadores de México (por ejemplo) perderán mercado y tendrán menor rentabilidad, es de esperarse que los exportadores dominicanos que compiten con productos mexicanos en EE.UU. ganen mercado y aumentan su rentabilidad.
Esto ocurriría en renglones como frutas y vegetales, agroindustriales y en productos de zonas francas, como dispositivos médicos, chips y electrónicos.
Al mismo tiempo, República Dominicana, ganaría atractivo para la inversión frente a México.
Obviamente, el país deberá crear las condiciones para recibir inversiones, con recursos humanos mejor formados y calificados y con una oferta de infraestructura (parques industrias y vías de acceso) que satisfagan las exigencias actuales de los inversionistas.
Están abiertas las oportunidades, pero está en nosotros aprovecharlas.