Alastair Marsh
Primero llegó el gran corto. Luego, para Milan Patel, llegó el gran largo.
Con la crisis financiera, en enero de 2009 Patel y un grupo de colegas encontraron el negocio de su vida: poner su propio dinero para comprar los valores complejos de los cuales todos los demás se deshacían.
Para el momento de vender, obtendrían retornos de 800%, dado que los bonos negociados en peniques se convertirían en millones de libras. Buena parte de lo que compraban –deuda tóxica con garantía de activos- se cargaba en la contabilidad de su empleador, HBOS Plc. Esos valores contribuyeron a hundir una institución fundada un año después que el Banco de Inglaterra.
Si inversores como Michael Burry saltaron a la fama y a la fortuna por sus apuestas contra la generalidad, la historia de Patel es un oportuno recordatorio de que hay que conservar la calma cuando todos la pierden.
“Luego de la explosión de las subprime, todos decían que los valores con garantía de activos tenían que desaparecer”, dijo Patrick Janssen, un administrador de dinero de la unidad M&G de Prudential, que gestiona unos 250.000 millones de libras (US$361.000 millones). “Los que desoyeron ese consejo y tomaron sus propias decisiones tuvieron mucho éxito”.
Purgatorio. Los primeros días de 2009 fueron un momento extraño para Patel, que cobraba un sueldo pero cuyo empleador le impedía operar. Habían pasado menos de 10 años de la formación de HBOS mediante la fusión de Halifax, la mayor entidad crediticia hipotecaria británica, y Bank of Scotland, creado en 1695. La compañía tenía 22 millones de clientes, más de un tercio de la población de Gran Bretaña.
Desde su puesto en la mesa de negociación de crédito, Patel y su jefe, Richard Paddle, se encontraban suspendidos en una suerte de purgatorio.
“Pensaba, ‘¿Qué estoy haciendo? Estoy retrocediendo’”, dijo Patel, de 42 años, que pasó buena parte de su infancia en Kenia.
Pasaban los días dedicados a calcular el desempeño de la cartera con garantía de activos, a pronosticar la profundidad que podrían tener las pérdidas y a preparar informes para la administración.
En su recorrido por planillas de cálculo y documentación de bonos, descubrieron valores a precios por completo desfasados de sus activos subyacentes, tal como en el caso de los famosos vendedores en corto unos años antes.
Ambos apostaron a que el mercado de viviendas del Reino Unido evitaría los impagos generalizados de los Estados Unidos. Podía ganarse dinero, pensaron. Pero Patel y Paddle no comprarían para el banco.
Invertían 50.000 libras cada vez, y compraban por separado, juntos y en pequeños grupos con dos o tres colegas de HBOS. Compraban valores en problemas con garantía de activos, por lo general con garantía de hipotecas británicas.