A pesar de que la navidad está muy asociada con el cristianismo, en realidad sea cual sea la religión que se profese, esta es la fecha idónea en la que se pueden aprender grandes cosas. Sin embargo, muchas veces las familias suelen orientar la Navidad a las compras, a todo lo material, y acaban pasando unas fiestas navideñas sin sacar nada de enseñanzas a los niños.
Estas son fechas en las que deben primar los valores, y en las que los niños tienen la oportunidad de compartir con el prójimo, de ver que son afortunados por todo lo que tienen, y de sentir que su familia es su bien más preciado. Y es que la fiesta de fin de año es una fecha tan válida como otra cualquiera para hacer que los niños comprendan los valores que deben reinar estos días, que deben cuidar en adelante. Valores tan fundamentales como la tolerancia, la empatía o la importancia de la familia y de los amigos.
Los padres debemos dedicar esos pocos días libre para aprovechar el tiempo lo más que se pueda a estar en familia, y así enseñarles valores como la unión, la generosidad, la amistad, la alegría, la colaboración y la cooperación. Junto a estos, siempre viene de la mano también la capacidad de valorar lo que uno tiene. Los niños deben saber que hay millones de niños en el mundo que, a diferencia de ellos, no podrán celebrar estas fiestas en familia; no tendrán regalos, ni siquiera tendrán grandes comidas. En ocasiones, no tendrán ni techo bajo el que cobijarse.
Es el momento propicio para reforzar uno de los valores que más útil les será a lo largo de la vida y del cual podría acabar dependiendo su felicidad, y es, que el dinero no siempre trae consigo la alegría. No es necesario gastar mucho dinero, o tener muchos objetos materiales para ser feliz.
El respeto y la tolerancia son valores fundamentales que los niños deben aprender en cualquier momento. Esta fecha es tan buena como cualquier otra para hacer ver a un niño que todos los seres humanos son iguales, y que todos merecemos el mismo respeto. Para eso, la empatía es también vital; debe sentirse en los zapatos del otro para así saber valorar el esfuerzo que los demás hacen.
Debemos involucrar a nuestros hijos en la organización de esta fiesta de fin de año, como preparación de la cena, decoración de la casa, preparación de regalos, entre otros. Aprovechamos a fomentar así el compañerismo dentro de la familia y a orientarlos a que todas las personas recibimos el regalo más grande: “la vida”, por ello debemos cuidar de nosotros mismo aseando nuestro cuerpo, manteniendo nuestra casa limpia y ordenada, estudiando y aprendiendo cada día.
Recuerde que nada de esto funciona si usted no practica estos valores y acciones en su vida cotidiana. No podemos enseñar lo que no practicamos. Es preciso ser coherentes entre lo que decimos y hacemos, y eso es uno de los grandes retos de los padres y madres de hoy, ya que la nueva generación de niños, niñas y adolescentes no tolera las contradicciones, siendo éstas el principal motivo de su desconfianza.
¡Que disfrutamos este recibimiento al nuevo año 2018!