Aproximación a Aleksandr Herzen

Aproximación a Aleksandr Herzen

POR LUIS O. BREA FRANCO
En un ensayo del magnífico libro de Isaiah Berlin sobre los pensadores rusos del siglo XIX se retrata a Herzen concisa y certeramente: “Lo que Mazzini hizo por los italianos, lo hizo Herzen por sus compatriotas: casi por si solo creó la tradición y la «ideología» de la agitación revolucionaria sistemática, fundando así el movimiento revolucionario en Rusia”.

Otro gran estudioso del mismo período y brillante historiador de las ideas populistas y socialistas pre-marxistas en ese país, Franco Venturi, en su clásica obra “El populismo ruso”, califica a Herzen como el creador del populismo y agrega: “Antes de convertirse en un movimiento político, el populismo no se había expresado en una doctrina sino en una vida: la de Herzen. La obra maestra de éste, a pesar de tantas páginas de visión política…, no es una ideología sino una autobiografía: «El pasado y los pensamientos»”.

De Herzen habla bien Dostoievski, que lo consideró como fiero adversario a combatir –el testimonio es del 1873, tres años después de la muerte de Herzen-: “Era un artista, un pensador brillante, un hombre sumamente leído, ingenioso, pronto a la réplica; un conversador y hombre de mundo admirable (hablaba mejor de lo que escribía) y un excelente razonador. La reflexión –entiendo por ella el don de objetivar las más profundas sensaciones, ponerlas delante, adorarlas, y acto seguido burlarse de ellas- la tenía desarrollada en sumo grado. Era sin duda un hombre extraordinario…”.

Apunto aquí de pasada, que la idea que expresa Dostoievski sobre la reflexión coincide totalmente con la que Nietzsche expresaría algunos años después, en 1878, en un aforismo perfecto que tituló: “El amor como artimaña”, recogido en el primer tomo de “Humano, demasiado humano”. Esta casualidad revela –creo- el espíritu de la época.

Hasta Tolstoi, hombre esquivo y poco dado a alabar a gente de letras y menos cuando se trataba de personas de su mismo rango y país, señaló al final de sus días refiriéndose a Herzen, que nunca había conocido a nadie con “una tan rara combinación de brillantez y profundidad centellante”.

¿Quién fue este hombre que dejó tan profunda huella en la historia de su patria y en la de la Europa decimonónica? Para responder, primero presentaré su cronología vital para situarlo en su época, y luego trataré de sus obras, de sus ideas y de sus luchas.

Aleksandr Herzen nació en Moscú el 6 de abril de 1812 y falleció el 9 de enero del 1870 en París; sus restos reposan en Niza.

El padre era un noble terrateniente, hombre inmensamente rico de nombre Iván Jakovlev. La madre, Louize Haag, era alemana, hija de un modesto empleado de Stuttgart, que Jakovlev conoció en viaje por Alemania en 1811; éste la llevó a Rusia como compañera y la encargó de la casa, pero no se casó con ella por el rito ortodoxo –parecería que hubo una boda en Alemania celebrada con rito luterano, pero esta ceremonia no fue reconocida en Rusia.

El apellido “Herzen” lo creó el padre para su único hijo con Haag, al que no otorgó el propio apellido, pero a quien nombró su heredero juntamente con su madre. En alemán “Herz” significa corazón, lo que explicaría quizás, que el padre lo consideraba como hijo del corazón; prueba de ello fue la esmerada educación que le ofreció, acorde con su rango y riqueza.

Herzen estudió física y matemáticas en su ciudad natal, y consideraba que las matemáticas le aportaban un método “más importante que cualquier cantidad de nociones”.

Desde el 1832 empieza a escribir y a publicar en revistas ensayos filosóficos, y el siguiente año se gradúa con honores con una tesis sobre Copérnico.

En el año de 1834 conoce en carne propia la represión zarista, fue apresado primero, y luego de varios meses, deportado a una provincia sin que se le pasara juicio, por una acusación falsa. Aprovechó su detención para escribir su primera novela: “Leyenda” y estudiar el italiano que le serviría después para apoyar la lucha de Mazzini por la creación de una república que unificara Italia.

Permaneció deportado hasta 1839. En el 1838 se casa con el amor de su vida, Natalia Sajárian, una prima, y le nace el primer hijo; tendrían y educarían otros tres, mientras cinco morirían en tierna edad.

En 1840 fue nombrado en la burocracia estatal de Petersburgo, pero permaneció en el puesto pocos meses, pues volvió a ser deportado por criticar, en su correspondencia privada, la actuación de un policía en un hecho trivial. Sólo se le permitiría volver a Moscú tres años después. En su vida de exiliado interno continuaría escribiendo novelas y preparando ensayos filosóficos y científicos.

Hacía finales del 1846 consigue un pasaporte para la familia y en enero de 1847 sale de Rusia, para no volver jamás, acompañado de su mujer, sus hijos, su madre y la servidumbre. Desde entonces hasta su muerte, Herzen será guerrero trashumante en lucha por la libertad de Rusia, Polonia e Italia.

A Herzen lo golpearon varias tragedias personales: en 1851 perdió, en una naufragio, a su madre y a su hijo Nicolás; y después hubo de vivir un agobiante y doloroso drama familiar en que perdió el amor de su mujer, y ella fallece en 1852. Para intentar superar la aflicción que esto le produjo, escribió su autobiografía.

Desde 1857 a 1867 publica y dirige desde Londres la legendaria revista, editada en ruso, “Kolokol –”La campana”- que será el alma de la oposición a la autocracia zarista y cuya edición casi completa ingresaba en Rusia de manera clandestina. Su lema era: “Vivos voco” –A los vivientes invoco. En sus últimos años editó la revista en francés.

Entre sus obras cumbres destacan la ya mencionada autobiografía y su testimonio sobre las causas y consecuencias del fracaso de la revolución del 1848, la llamada “Primavera de los pueblos”, un libro en extremo lúcido y humano, titulado: “Desde la otra orilla”.

Es lamentable que no existan traducciones completas de sus obras al español. Se podría repetir con Berlin, que “el goce que se experimenta al leer su prosa transforma esta privación en extraña y arbitraria”.

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