Aproximándose a la verdad

Aproximándose a la verdad

HAMLET HERMANN
Pareciera como tomado de una novela de ciencia ficción que la primera conferencia para analizar cuarenta años después las consecuencias de la invasión de Estados Unidos contra República Dominicana en 1965 se celebrara en una institución académica de Washington. El escenario estuvo ubicado en el Ralph J. Bunche International Affairs Center, organismo dedicado al estudio de asuntos internacionales de la Howard University en la capital estadounidense.

Fui invitado a participar en esa actividad junto a otros tres académicos en una discusión que los organizadores denominaron “Intervención Militar, Lecciones de la Invasión de Estados Unidos a República Dominicana en 1965”. Lo más interesante de esta discusión fue el elevado rigor académico con que se trató el tema. Acostumbrados como estamos los dominicanos a debatir “La Guerra de Abril” con la excesiva pasión que nos caracteriza, resultaba agradable y gratificante que los problemas se trataran con objetividad y con documentaciones históricas precisas en un intento de acercarnos a la verdad, siempre relativa.

Me tocó recordar que cuando estalla la crisis dominicana de 1965 el momento, que vive el continente americano es muy violento. Siete golpes de Estado auspiciados por Estados Unidos para favorecer regímenes militares se habían producido en los dos años anteriores. Pero Guatemala, Ecuador, Honduras, Brasil, República Dominicana y el asesinato de John F. Kennedy como golpe de Estado “made in USA” fueron las más notorias violaciones a la estabilidad institucional del hemisferio occidental. Junto a las dictaduras militares prevalecientes, colocaban al continente americano como un antro antidemocrático, tal como parecía convenirle a los propósitos de la administración Johnson.

El doctor Alan Mepherson, profesor de Historia de Howard, basó algunas de sus aseveraciones en las publicadas conversaciones telefónicas que sostuvo el presidente Lyndon B. Johnson desde la Casa Blanca. El historiador consideró a Johnson como un político inteligente que no tenía afición por los documentos escritos. El Presidente norteamericano prefería hablar, no escribir. Por eso realizó cerca de un centenar de llamadas cada día como forma de comunicarse con sus funcionarios en torno al problema dominicano Mcpherson abrió su análisis explicando la crisis dominicana en torno a tres excesos y tres éxitos (successes and excesses) de la administración Johnson, vitales para los intentos de reelección a que aspiraba.

Por su parte, el doctor Phillip Brenner, de la American University, inició su análisis citando un editorial de The New York Times en 1965 titulado “La Ilusión de la Omnipotencia”. Citaba Brenner al rotativo diciendo que Estados Unidos “no es omnipotente, pero el presidente Johnson habla como si lo fuera”. Críticó el uso político que el mandatario norteamericano le dio a esa otra intervención de Estados Unidos. “La política de las cañoneras que Franklin Delano Roosevelt había convertido en la del “buen vecino” había sido alterada cuando participó en el derrocamiento de Arbenz en la Guatemala de 1954. La invasión a República Dominicana vendría a reafirmar la “gun boat diplomacy” que luego se extendería por todo el mundo.

El doctor Harold Scott, subdirector del Bunche International Affairs Center, habló como el experto en seguridad que es. Explico con mucha lucidez lo contradictorio que resultó para la política norteamericana que las decisiones pasaran a tomarse en base a los informes diarios del espionaje sin tomar en cuenta los análisis estratégicos previamente hechos por la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Las presiones políticas y la colidianidad de los informes hacía que los agentes los redactaran en función de lo que el presidente Johnson quería escuchar, no lo que realmente sucedía en Santo Domingo.

Asimismo, el doctor Scott se preguntaba por que la CIA no ha hecho públicos todavía los documentos fundamentales relacionados con República Dominicana a pesar de que han transcurrido cuarenta años de aquellos hechos.

Los enfoques de los académicos norteamericanos resultan interesantes, no solo porque no estamos acostumbrados a conocerlos, sino porque sus enfoques estaban basados más en los documentos que en los relatos verbales. Resulta doloroso para muchos de esos norteamericanos tener que concluir los análisis con la apreciación de que su propio país ha actuado siempre con arrogancia como una potencia imperialista. Reconocen asimismo que ese tipo de pensamiento no ha desaparecido del panorama político norteamericano sino que, por el contrario, se ha acentuado. El comportamiento de la gran potencia ha cambiado desde 1965 hasta la fecha, solo que para empeorar.

Debemos reconocer la iniciativa del Ralph J. Bunche International Affairs Center, de la Howard University, institución que ha marcado el paso para que podamos conocer con rigor académico el por qué de los acontecimientos de 1965 en República Dominicana. Y con ello, aproximarnos más a la verdad histórica que tanto favorecería la comprensión del critico momento que actualmente vive la humanidad.

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