WASHINGTON (AP).- El primer medicamento que atacará al cáncer de colon al bloquearle el suministro sanguíneo fue aprobado el jueves por el gobierno.

No obstante, la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) -organismo que aprueba estas medicinas- dijo que el único beneficio del medicamento Avastin es que puede prolongar cinco meses la vida de aquellos que sufran de un estado de cáncer avanzado.

El Avastin se convierte en el primer medicamento que trata la enfermedad impidiendo la angiogénesis, que es la formación de vasos sanguíneos.

Según una teoría médica, los tumores deben conformar una red de vasos sanguíneos para sobrevivir, por lo que obstruyendo el proceso se podría combatir el cáncer de una forma totalmente diferente a otros tratamientos. El Avastin ha comprobado la veracidad del planteamiento.

Dicha teoría fue presentada por Judah Folkman, profesor de medicina de la Universidad de Harvard, quien en 1998 dijo que sus medicamentos para impedir la angiogénesis habían curado el cáncer en ratones.

Avastin se aplicó primero en las mujeres con cáncer de pecho, pero tuvo poco éxito. El fabricante del medicamento, Genentech Inc., dijo que sus ventas cayeron en picada en el 2002 cuando se comprobó que la medicina no ayudó a esas pacientes.

Tras el fiasco, los doctores administraron Avastin a los enfermos de cáncer de colon avanzado, para ver si tenía efectos positivos.

En un estudio de 800 personas, la mitad recibió el Avastin vía intravenosa, además de la quimioterapia. El crecimiento del tumor se retrasó en aquellos que recibieron el medicamento y vivieron 20 meses, cinco más que los que no se sometieron al tratamiento.

En pacientes tan enfermos, un beneficio tan pequeño es considerado como un avance importante médicamente.

Asimismo, es la primera vez en 30 años que se demuestra que la investigación sobre la anti-angiogénesis sirve para ayudar a la gente.

La FDA advirtió que Avastin puede tener efectos secundarios, como la formación de úlceras en el colon y hemorragias internas. Otros efectos son presión alta, fatiga, formación de coágulos de sangre, diarrea, pérdida del apetito y mayor riesgo de infección por la pérdida de linfocitos (glóbulos blancos).