Monseñor Agripino Núñez Collado, religioso que tan valiosos servicios a la patria viene brindándole desde hace años, auxiliado esta vez por sus pupilos, ha presentado un proyecto de revisión constitucional al Poder Ejecutivo que adolece de una que otra omisión que no es bueno que se cuelen por debajo de la mesa. Ensayaré periódicamente apuntándolas para ver si se corrigen en el improbable caso de que se acepte el desinteresado empeño de terceros adscritos al método de enmendar la Ley Suprema mediante una Asamblea Constituyente. 

Veamos: las leyes orgánicas que se pretenden integrar en su revisión no son, jurídicamente hablando, leyes orgánicas, en razón de que una ley orgánica, aunque no tenga toda la fuerza de una ley constitucional, es sin embargo, una ley que figura en la familia de las leyes constitucionales por entrar en el bloque de estas últimas, y para que entre en este bloque, deben figurar como tal en el cuerpo de la misma Constitución, como bien lo han hecho la francesa y la recientemente aprobada por el Ecuador.

Otra omisión imperdonable es pasar por alto lo que tantas veces he recomendado, en el sentido de prohibirle a senadores y diputados presentar en sus hemiciclos proyectos de leyes que tengan como consecuencia disminuir nuestros recursos públicos o crear y aumentar las cargas públicas que nos agobian. La inclusión de prohibiciones semejantes es imprescindible en un país como el nuestro en que cada funcionario o empleado sólo vela por sus propios intereses sin pensar en la inmensa miseria que acosa a los demás.

Otro gazapo que debe corregirse es el feministoide hábito politiquero y nada gramatical, copiado de culturas menos avanzadas que la nuestra, de nombrar dominicanas y dominicanos a grupos de ambos géneros, criticado ácidamente por la Real Academia Española y por los eminentes juristas que usó el emperador Justiniano hace más de mil quinientos años cuando mediante las Pandectas y el Digesto rescató para la civilización occidental el inimitable y aún no superado derecho romano que desgraciadamente nos quieren arrebatar.

Lo deseable sería que el proyecto de revisión constitucional que fue depositado en el Congreso se despoje de numerosos preceptos que son materia de leyes adjetivas y  que además hacen más complicada y difícil la comprensión de una Ley de Leyes.