Apuntes de bolsillo
“Chanté La Vi” ocupaba un cargo en el Consulado haitiano en SPM

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Residía en San Pedro- década del 40- un personaje de piel oscura que llamaba la atención por su elegancia en el vestir, y el trato amable: sombrero, saco y corbata; zapatos brillantes y de pasos cortos y a buen ritmo, a quien sus amigos de entonces conocíamos con el sobrenombre de “Chanté La Vi”.

Era o es él, de nacionalidad haitiana y ocupaba un cargo en el Consulado de su país en Macorís, oficina que se encontraba en la avenida Julia Molina, hoy Independencia, frente al colegio de niñas de Villa Velásquez.

“Chanté La Vi”, cuyo nombre de pila no recuerdo, tenía muy buenas relaciones con la juventud macorisana, tanto así, que por su dinamismo y entusiamo deportivo organizó una liga de béisbol que llamó Confraternidad Domínico-Haitiana.

Lo de “Chanté La Vi” obedecía al hecho de que él siempre contestaba los saludos en francés: Enchanté de la vie, y como los jovencitos macorisanos no sabíamos francés, aquello nos sonaba así: “Chanté La Vi”.

Tan encantado de la vida estaba aquel personaje en San Pedro, que se enamoró perdidamente de una de las dos hijas de Enemorén Dalmasí, con cuya señorita contrajo matrimonio al poco tiempo del noviazgo.

Ellas eran hermanas de Nenito, médico que murió, joven y amigo inseparable de su colega Papucho Rivera, ambos de gratísima recordación.

Aquellos fueron tiempos de Barquerito, El Zurdo del Higuamo, Efraín Pérez, Ezequiel Casas y Sarampico, que ojalá los macorisanos de hoy los tomen en cuenta para su posible elección como inmortales del deporte, y otros dos volibolistas: Gilberto Sánchez y Güelo Brugal.

¡Ah! Y Butico Michel y Gete-Gete.

Así, muchos petromacorisanos estaríamos “Chanté La Vi”…

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