Apuntes de bolsillo

Apuntes de bolsillo

JOSÉ M. RODRÍGUEZ HERRERA
El término Reconquista, con frecuencia debatido entre los historiadores, se refiere a la pretensión de los Estados cristianos de «restaurar» el antiguo reino visigodo destruido por la invasión musulmana del 711. En realidad, esta concepción y las razones religiosas de lucha contra los infieles que la sostenían fueron un elemento tardío del proceso. Los primeros núcleos de resistencia cristiana contra los musulmanes, localizados en las montañas del norte (cordillera Cantábrica y Pirineos), eran los mismos que se habían enfrentado frecuentemente a los romanos y a los visigodos en defensa de su independencia. De hecho, las primeras fases de la Reconquista se han llegado a considerar un movimiento de ocupación agraria apoyada militarmente, en busca de nuevos pastos y tierras de labor por parte de la población apiñada en los estrechos valles montañosos.

Esto cambiaría en parte a mediados del siglo IX, cuando los mozárabes venidos del sur desarrollaron en los Estados cristianos una ideología de restauración del reino visigodo, que servía para justificar la expansión territorial.

El verdadero punto de inflexión se encuentra entre los siglos XI y XII, por obra de la influencia externa, tanto entre los cristianos como en al-Andalus. En el primer caso, la llegada de cléricos (sobre todo monjes de Cluny y luego del Cister) y caballeros europeos, especialemnte franceses, exacerbó la oposición religiosa al islam, en la época en que se desarrolló el concepto y la práctica de las cruzadas. En al-Andalus serían los invasores norteafricanos, almorávides y almohades, los que habrían de intentar restablecer la pureza y combatividad del islam primitivo.

Esta enconada oposición islam-cristianismo generó los enfrentamientos militares más duros y también la determinación cristiana de expulsar definitivamente a los musulmanes de la Península, proceso que finalizó en el siglo XV.

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