En 1600 la población de Benidorm era de unas sesenta casas de cristianos viejos (unas 300 personas); pero el verdadero incremento demográfico tiene lugar en el siglo XVIII, ya  que a finales de esa centuria la población alcanza los 2,400 habitantes. Es en el siglo XX cuando tiene lugar dos hechos religiosos relevantes: inicio de la construcción de la Parroquia de San Jaime y el hallazgo de la imagen de la Virgen del Sufragio en 1740,  patrona de Benidorm, y es entonces cuando los pescadores del pueblo adquieren prestigio internacional al tener encomendada la instalación de la casi totalidad de las “almadrabas” del Mediterráneo (difícil arte de pesca del atún en el que interviene un complicado sistema de redes).

En el siglo XIX en su primera mitad, conoce una nueva etapa de crecimiento (4502 habitantes) y aparte de la pesca en almadraba y la agricultura, surge una nueva actividad comercial, el cabotaje, que iría desviando la población hacia una mayor dependencia de la marina civil.

En la segunda mitad del siglo XX comienza el movimiento turístico hacia Benidorm.

 De esta fecha es la publicidad en varios diarios nacionales de los encantos de Benidorm.

Con esta técnica y las vicisitudes bélicas del siglo XX es en los años 50 cuando Benidorm comienza a desarrollar una intensa y efectiva política de planificación urbana y promoción de sus condiciones naturales  que llevan a la concepción del Benidorm actual.

A partir del despegue turístico de Benidorm, con la llegada de fuertes contingentes de viajeros a través de los operadores turísticos y las agencias de viajeros a través de los operadores turísticos y las agencias de viajes, el crecimiento de la ciudad, el aumento del número de sus hoteles y apartamentos y su definición urbana, fueron en aumento hasta construir el centro turístico que hoy existe.